Liberados más de 80 presos del Ulster
Las posiciones negociadoras siguen distantes, pero el proceso de paz en Irlanda del Norte cobró ayer nueva vida con dos gestos significativos del Gobierno, británico. De un lado, y como estaba previsto hace días, más de 80 presos del Ulster dijeron adiós a la cárcel al aplicárseles la nueva legislación de remisión de condena. De otro, el primer ministro John Major anunció que la aplazada cumbre anglo-irlandesa sobre Irlanda del Norte se celebrará en un plazo breve. Ambos gestos se han producido en vísperas de la llegada a Londres del presidente de EE UU, Bill Clinton, cuya Administración ha tomado a su cargo este proceso de paz.
Grupos de familiares, amigos y correligionarios recibieron ayer calurosamente a los excarcelados a las puertas de la prisión de alta seguridad de Maze, en el Ulster, donde cumplía condena la mayoría, y ante las cárceles de Maghaberry, en el condado de Antrim, y Milligande, en Londonderry. Sin embargo, la medida de gracia, que ha recortado a la mitad las condenas de estos 80 hombres y tres mujeres -casi a partes iguales paramilitares unionistas y miembros del católico Ejército Republicano Irlandés (IRA)-, fue acogida con poco entusiasmo por ambos bandos, que reclaman la liberación de todos sus presos.Tampoco Gerry Adams, líder del Sinn Fein -brazo político del IRA-, pareció especialmente conmovido con las noticias procedentes de Belfast. Adams, nuevamente en Washington en misión negociadora, lanzó una seria, aunque no nueva, advertencia al Gobierno británico: "Si el proceso de paz en el Ulster se hunde, el conflicto puede resucitar".
Sin embargo, a este lado del Atlántico, John Major se mostraba optimista sobre las posibilidades de relanzar un proceso bloqueado en torno al decomiso de las armas del IRA. El primer ministro aseguró en el transcurso de una visita a un centro de desarrollo y entrenamiento en la capital británica que la celebración de la aplazada cumbre con su homólogo irlandés, John Bruton, es inminente. Ayer mismo, algún periódico londinense iba más lejos que el propio primer ministro, asegurando que el encuentro será este mismo fin de semana.
Negociación a dos bandas
Pese a los esfuerzos de Major por aparentar que sigue llevando la iniciativa política en el proceso de pacificación del Ulster, lo cierto es que las propuestas que ayer aseguró haber trasladado a su homólogo en Dublín se parecen extraordinariamente, según todos los analistas, a las únicas propuestas que llevan ya semanas sobre el tablero. Es decir, una negociación a dos bandas, con la puesta en marcha de una comisión dedicada a estudiar los pormenores del decomiso de las armas de los paramilitares de un lado, y el inicio de las conversaciones exploratorias, con todos los partidos políticos del Ulster, del otro.Unas propuestas, rechazadas enérgicamente, por cierto, por el principal adversario teórico de Londres en esa mesa de negociaciones, el Sinn Fein. Pero el pulso del proceso de paz en el Ulster es tan delicado como complejas las maniobras políticas que lo han hecho posible. Con el tiempo, la ardua negociación política se ha convertido en algo así como una partida de ajedrez en la que cada uno de los movimientos de fichas responde a una estrategia de mayor alcance y va revestido de una retórica deliberadamente confusa. Hasta ayer mismo, Londres ha hecho oídos sordos a las llamadas al diálogo procedentes de los sectores republicanos irlandeses, incluido el propio primer ministro irlandés, durante las últimas semanas.
En un alarde de osadía, John Bruton reclamó en Londres la pasada semana a su homólogo británico una fecha para el comienzo de las conversaciones multipartidistas sobre el futuro del Ulster. La tesis de Bruton -la misma que defiende John Hume, líder del más importante partido católico en la provincia- es que el obstáculo de las armas no deja de ser un obstáculo menor en un contexto de paz como el actual.
Hume ha ido más lejos todavía recordando que ha habido otros intentos de negociaciones en los que nunca se ha mencionado el contencioso de las armas del IRA. En todo caso, unos y otros esperan la respuesta a todas las preguntas de labios de Clinton, cuya Administración ha tomado a su cargo el proceso de paz en Irlanda del Norte con el mismo entusiasmo que el de Oriente Próximo ola democratización de Suráfrica. La única amenaza se sitúa ahora en los problemas presupuestarios del presidente, que podrían obligarle a recortar su visita a las islas Británicas y a suprimir incluso la escala en Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.