Juppé creará un impuesto para reducir la deuda de la Seguridad Social
La Seguridad Social es el primer gran problema al que se enfrenta el renovado gobierno francés de Alain Juppé. La Sécu ha sido una pesadilla para sucesivas administraciones, sin que nadie se haya visto capaz de controlar una deuda total que asciende ya a 268.000 millones de francos (unos 6,7 billones de pesetas). El déficit corriente suma 64.000 millones de francos (1,6 billones de pesetas) y los gastos no dejan crecer. Juppé presentará mañana miércoles ante la Asamblea Nacional, un plan de salvamento destinado a eliminar en dos años el déficit corriente. La única opción parece crear un nuevo impuesto "temporal" para evitar la quiebra.Desde finales de los años sesenta, la Seguridad Social francesa ha sido objeto de 22 planes de salvamento, todos ellos fracasados. El ex primer ministro socialista Michel Rocard creó en 1990 la Contribución Social Generalizada (CSG), un impuesto "temporal" del 1,1% sobre todo tipo de ingresos, para enjugar el déficit. En 1993, el conservador Edouard Balladur aumentó la CSG hasta el 2,4%. Alain Juppé y su superministro de Trabajo y Protección Social, Jacques Barrot, se plantean ahora una nueva subida hasta el 3% y la implantación de una CSG bis igualmente "temporal".
Los problemas de la Seguridad Social van a causar un fuerte aumento de la fiscalidad directa, justo cuando el consumo interno está bajo mínimos y las previsiones de crecimiento de la economía para 1995 se revisan a la baja (del 2,8% hasta el 2,5% o, según algunos bancos, incluso el 2%).
Juppé se ha fijado como objetivo el de eliminar el déficit corriente en dos anos, y a partir de ahí reducir progresivamente la deuda acumulada. El agujero de la Seguridad Social será el banco de pruebas de la política de rigor extremo anunciada por Chirac y plasmada en el cambio de Gobierno de la semana pasada. La credibilidad de Juppé estará en juego, hasta el punto de que si su plan no fuera aceptado por la Asamblea Nacional, dimitiría inmediatamente.
Chirac y Juppé han preparado cautelosamente su estrategia para conseguir que el plan de salvamento salga adelante. El ministro de Trabajo, el centrista Barrot, buen amigo del líder de Fuerza Obrera, Marc Blondel, se ha reunido con representantes de los sindicatos para que las manifestaciones convocadas para hoy sean bien controladas. Han puesto el acento en la necesidad de ingresar más dinero en las arcas de la Sécu, pasando de puntillas sobre la reforma interna, algo de lo que no quieren oír los lobbies de los médicos y de la poderosísima industria farmacéutica francesa, muy influyentes en el Parlamento.
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