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Comienzan los problemas para reubicar al millón de personas de la faraónica presa china

Un año de obras del mayor pantano del mundo, el de las Tres Gargantas del Yangtsé

La reubicación del millón largo de personas afectadas por el gigantesco y polémico embalse de las Tres Gargantas, en un tramo de unos doscientos kilómetros del río Yangtsé, presenta para las autoridades chinas más problemas de los esperados. Pero, en contra de lo que podría pensarse, no es la oposición de los campesinos la causante. En la megalópolis de Chongqing, donde viven 15 millones de personas, casi podría hablarse del "sueño de las Tres Gargantas", A partir del 2011, cuando se haya acabado la faraónica presa, el Yangtsé será navegable desde esta ciudad hasta el mar.

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Millones de parejas de luna de miel han contemplado el amanecer en el idílico paisaje de las Tres Gargantas. Poetas y pintores han tenido su fuente de inspiración en este desfiladero cuyas gargantas, según la leyenda, fueron escarbadas en la piedra por la diosa Yao Yi para desviar el río por los restos petrificados de los 12 dragones matados por ella por dañar a los campesinos.Su casi desaparición, anegadas por las aguas al igual que un amplio patrimonio artístico y decenas de aldeas y pueblos que quedarán dormidos bajo el mayor embalse del mundo, con un dique de 175 metros de altura, ha levantado las críticas de numerosas organizaciones internacionales ecologistas y de derechos humanos.

La decisión de llevarla adelante tampoco ha sido fácil en China. El primero en imaginarla fue Sun Yatsen, el hombre que acabó con la dinastía manchú (1911). Después fueron Mao Zedong y su primer ministro Zhou Enlai quienes prometieron llevarla a cabo. Finalmente se retomó en la década de los ochenta, con Deng Xiaoping, para adoptarla en -1992. El 14 de diciembre de 1994, el primer ministro Li Peng, hijo adoptivo de Zhou Enlai, tal vez como el mayor homenaje que podía ofrecer a su padre, colocó la primera piedra de la presa.

Campo o ciudad

En todo este tiempo, del millón largo de personas, forzadas por las aguas a emigrar, sólo 11.000 tienen ya su nueva casa y otras 39.000 serán realojadas en los próximos meses. De ahí que el mismo Gobierno, según informa desde Pekín la agencia Efe, haya reconocido dificultades para la reubicación.En Chongqing se asegura que el problema está en la superpoblación de la provincia de Sichuan, por donde transcurrirá la mayor parte de la presa: más de 120 millones de habitantes para una extensión algo mayor que España. Pero todo parece indicar que el Gobierno no tiene muy claro adónde trasladar a esos ciudadanos, en su gran mayoría campesinos.

Una vez que miles de hectáreas de tierra cultivable desaparezcan, Pekín, preocupado por la disminución de la producción agrícola de estos dos últimos años, no quiere construir viviendas en los escasos campos de cultivo de la llamada "despensa de China", y tampoco tiene buenas tierras que ofrecer. Por otra, llevarlos a todos a las ciudades el deseo de la mayoría de los campesinos supone no sólo buscarles alojamiento, sino también trabajo. Esto es lo más difícil, sobre todo si se tiene en cuenta que el Partido Comunista Chino (PCCh) estudia un plan de privatización de las empresas éstatales que supone dejar sin empleo a unos cien millones de obreros.

La asociación norteamericana Human Rights Watch ha elaborado un informe en el que afirma que los desplazados serán asentados en colinas estériles y excesivamente pobladas, al tiempo que muestra su preocupación por el "desastre ecológico" de inundar tan amplia zona.

Por el contrario, Lu Youmei, presidente de la empresa que dirige el proyecto (que costará, según cálculos empresariales, unos 240.000 millones de yuanes -alrededor de 3,6 billones de pesetas-), asegura que la obra contribuirá al "equilibrio ecológico" ya que, al domar el impetuoso Yangtsé, se controlarán las terribles inundaciones que provoca y que en lo va de siglo han causado medio millón de muertos.

Consciente de que el mundo estará pendiente de esta tremenda obra de ingeniería, que China pretende utilizar como símbolo de su potencia en el siglo XXI, el PCCh trata de evitar todo lo que pudiera recordar al craso error del llamado gran salto adelante. Fue a finales de la década de los cincuenta, cuando más de 100.000 chinos acudieron al llamamiento de Mao para construir la presa de Danjiangkou, que evitaría las inundaciones de uno de los mayores afluentes del Yangtsé, generaría electricidad para la industrialización de China e irrigaría la tierra que daría arroz suficiente para alimentar a toda la población. Esas promesas se convirtieron en la mayor hambruna que ha azotado la China moderna, y el gran salto adelante supuso diez años de retraso.

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