Dolor
Cuando la rabia se convierte en impotencia ante la cobarde actuación de salvajes que se confunden entre la gente y se esconden entre las drogas, sientes el dolor de perder a un amigo a manos de individuos incontrolados, especie de caudillos que aniquilan a todo aquel que invade su espacio vital. Me estoy refiriendo a aquellos que bajo distintas apariencias hacen de la sinrazón callejera del fin de semana un arma ciega y mortal que desemboca en barbaries como la acontecida en Arganda del Rey. ¿Podemos habituarnos a convivir con esta degeneración o llegará el día en que esta rabia no pueda contenerse? Es la propia sociedad la que ha arrancado a David Martín de este mundo, y a todos nos compete enseñarle a combatir estos comportamientos irracionales.-