Inaugurado el primer tramo, de 26 kilómetros, del metro de Bilbao
EVA LARRAURI Centenares de personas aguardaban ayer con expectación en las estaciones del centro de Bilbao la Regada de los primeros trenes del metro. Minutos despúes de que el lehendakari, José Antonio Ardanza, pulsara el botón que puso en marcha el primer servicio, los andenes se llenaron de usuarios que, por una vez, recibieron a los convoyes con aplausos y sin preocuparse por los empujones. Después de siete años de obras y cerca de 100.000 millones de inversión, echó a andar, el primer tramo del metro de Bilbao, una lírica de 26 kilómetros, entre el casco viejo de la ciudad y la localidad costera de Plentzia que ofrecerá servicio a cerca de medio millón de habitantes.
A las 13.30, en el escenario del teatro Arriaga y ante más de un millar de invitados, Ardanza apretó el botón que dio la salida al primer tren. Entre ellos se encontraban todos los miembros del Gobierno vasco, los diputados de Vizcaya, representantes de las instituciones de las otras provincias vascas y del mundo cultural y empresarial y el cuerpo consular, pero no acudió el ministro de Obras Públicas y Transportes, José Borrell.Tampoco los dirigentes de HB e IU, que consideraron los actos "un despilfarro". Los vecinos de San Ignacio, cuyas casas se agrietaron a causa de las estaciones, y pequeños grupos que pedían una reordenación global del transporte no llegaron a enturbiar los actos de la inauguración.
La puesta en marcha del primer tramo de la línea 1 se convirtió en una apuesta pública por la. continuación de las obras y la. realización del segundo ramal, que recorrerá los municipios de la margen izquierda de la ría del Nervión, con más de 250.000 usuarios potenciales.
El diputado general de Vizcaya, Josu Bergara (PNV), y el consejero de Transportes del Gobierno vasco, José Antonio Maturana (PSE), se comprometieron a impulsar la construcción de esta línea 2, que partirá de Bilbao y llegará hasta Santurtzi. Bergara afirmó que las obras comenzarán en el otoño de 1996.
En el metro nadie prestaba ayer atención a las máquinas expendedoras de billetes -el ordinario costará entre 125 y 180 pesetas, según los tramos, y el de,10 viajes, entre 750 y 1.075-.
Al borde del acceso, a los andenes, en cambio, se agolpaban los futuros usuarios para llegar hasta los empleados que los repartían. Durante el primer fin de semana el acceso será libre y hasta el próximo sábado 250.000 viajeros podrán ir gratis entre Bilbao y Plentzia con pases especiales.
En el interior de los convoYes -unidades- con capacidad para 700 personas, decoradas en gris y rojo y sin división entre vagones- la, limpieza y el olor a plástico nuevo eran los temas de conversación dominantes. "A ver si dura" o "no hay ni una colilla", decían los primeros usuarios. El destino era lo de menos. Los viajeros parecían turistas en su propia ciudad y se colaban, boquiabiertos, por los cañones de vidrio que dan acceso a las espaciosas estaciones, diseñadas por el arquitecto británico Norman Foster. La combinación del vidrio con el acero y el hormigón dan su identidad al nuevo metro surgido del estudio de Foster, que ha unido sencillez y eficacia.
Las estaciones disponen de un vestíbulo sobre las vías que ayer se convirtió en el mirador perfecto para decenas de personas, que comprobaron el suave y silencioso movimiento de los trenes, la amplitud de las cavernas o el espectáculo de ver cómo los túneles se tragan a los viajeros cada cinco minutos.
La fiesta continuó por la noche, esta vez con rock y sin protocolo. El Consorcio de Transportes repartió miles de invitaciones para asistir a un concierto de Luz Casal en la Feria de Muestras de Bilbao, muy cerca de la estación de metro de San Mamés. Por esta vez, la entrada al espectáculo y el billete para ir eran gratuitos.
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