Bilbao estrena mañana el metro
Hace más de un año que la fecha estaba fijada. El 11 de noviembre de 1995 fue el día elegido para que el metro de Bilbao comenzara a rodar, y mañana, cumpliendo las previsiones, el lehendakari José Antonio Ardanza apretará el botón que pondrá en marcha el primer tren. Metro Bilbao tiene, por el momento, una sola línea de 26 kilómetros de longitud que atraviesa el subsuelo de la capital de Vizcaya y recorre por superficie la margen derecha de la ría del Nervión hasta llegar a Plentzia, en 40 minutos. La red prevista estará conectada con una segunda línea que, partiendo de Bilbao, llegará por la otra orilla de la ría hasta Santurtzi. La línea 2 es tan sólo un trazado sin calendario de ejecución ni presupuesto, pero imprescindible para rentabilizar el metro y agilizar la movilidad de los 250.000 habitantes de la margen izquierda.
El incierto futuro del ferrocarril metropolitano de Bilbao se sostiene sobre la "voluntad política" de los actuales responsables del transporte en Vizcaya. Tres círculos de diferente grosor en color rojo forman el logotipo de Metro Bilbao. Pero la auténtica seña de identidad del nuevo sistema de transporte radica en las estaciones subterráneas, creadas por el arquitecto británico Norman Foster. Su proyecto se impuso a los otros siete equipos invitados al concurso porque "resolvió con mayor claridad el diseño arquitectónico y la imagen del conjunto", según destacó el jurado.
"Un túnel excavado por el hombre a través de la tierra y la roca es un lugar muy especial. Su forma es una reacción a las fuerzas de la naturaleza, y la textura de su construcción lleva el sello del hombre", explicó Foster en el manuscrito de su proyecto. "Como se ve, estas características de forma y textura tienen un drama, deben ser respetadas y no recubiertas, para que parezca que se trata de un edificio más. Hay que poder sentir que se está bajo tierra y hacer que esto sea una experiencia especial. Parte de esta filosofía tiene que ver con el espíritu, la emoción de viajar. Pero es también una filosofía realista, es una razón práctica, además de estética".
Los espacios amplios y el acceso directo son los rasgos característicos de las estaciones, que en diferentes dimensiones mantienen una uniformidad de diseño. Desde las bocas de metro, protegidas por unas marquesinas acristaladas, los viajeros llegarán a unas plataformas suspendidas sobre los andenes que distribuyen el flujo de viajeros. Allí podrán adquirir billetes y validarlos, antes de descender a los andenes, de 90 metros de longitud.
El metro se adentrará en Bilbao hasta el mismo corazón del Casco Viejo. La línea cruza la ría hacia la plaza Circular -estación de Abando- y continúa por el subsuelo del centro de la ciudad -plaza de Moyúa y barrio de Indautxu- hasta llegar a las puertas del estadio de San Mamés. Desde allí, la línea 1 vuelve al otro lado de la ría para enlazar con el barrio de Deusto, y posteriormente, Sarriko y San Inazio. A partir de la siguiente estación, el metro sale a la luz para recorrer por superficie, siguiendo el trazado del antiguo ferrocarril de cercanías, las 16 estaciones que le separan de Plentzia.
La línea 1 no morirá en el Casco Viejo. Su destino es conectar Bilbao con la localidad de Basauri, pero por ahora sólo está prevista la extensión de la línea hasta Bolueta conectando a la red el populoso barrio de Santutxu. Las obras están avanzadas y está previsto que a principios de 1997 pueda abrirse al tráfico el tramo Casco Viejo-Bolueta. El proyecto establece que el metro se bifurque en la estación de Sarriko, la de mayores dimensiones del recorrido. Desde allí partirá el segundo ramal del metro, con destino hacia las localidades de la margen izquierda, en la actualidad comunicadas con Bilbao por los trenes de cercanías de Renfe y autobuses. El tramo prioritario se extiende tan sólo hasta Barakaldo, pero ni siquiera se conoce la fecha de comienzo de las obras.
El metro se pone hoy en marcha con múltiples detalles a falta de remate. Pero sobre todo los usuarios echarán en falta una autoridad única del transporte del área metropolitana que coordine los servicios de metro, trenes y autobuses, y facilite su interconexión. A la espera de que Diputación y Gobierno vasco cierren el acuerdo para la creación de la autoridad única, no existirá, por ejemplo, algo tan básico para agilizar el transporte como un billete combinado para las líneas de autobús y metro.
El diseño del metro de Bilbao deja fuera del trazado puntos importantes del área metropolitana, como el aeropuerto de Sondika o el campus de Leioa, la concentración universitaria más importante del País Vasco, que serán conectados mediante transporte de carretera. Pero la mayor frustración surge al comprobar que el metro de Bilbao nunca unirá entre sí los barrios de la ciudad con un tren subterráneo. La línea 3 no ha pasado de ser un ejercicio preliminar sobre papel para unir en un trazado circular Otxarkoaga con Basurto, uno en cada punta de Bilbao.
El último escollo que ha tenido que superar el metro de Bilbao antes de entrar en funcionamiento ha sido el protocolo. La construcción ha sido financiada a partes iguales por la Diputación vizcaína y el Gobierno vasco, y en siete años de obras no han surgido problemas entre ambas administraciones. Pero al final el diputado general de Vizcaya, el peneuvista Josu Bergara, decidió hacer valer su condición de presidente del Consorcio de Transportes para convertirse en el único anfitrión de la inauguración del metro y dejar al consejero de Transportes y Obras Públicas, el socialista José Antonio Maturana, entre los 1.200 invitados. La decisión de Bergara desató un enfrentamiento institucional que rompió semanas antes de la entrada en funcionamiento del metro la sintonía entre Gobierno y Diputación.
Madrid, Barcelona, Valencia y ahora Bilbao son las ciudades españolas con metro. Sevilla no pudo entrar en el club. Allí permanecen enterrados desde 1987 los casi 5.000 millones de pesetas que costaron las primeras obras de infraestructura para construir el ferrocarril metropolitano, informa Enrique Chueca.
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