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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nace un código

EL CONGRESO de los Diputados culmina hoy una de las obras fundamentales que le quedaban por realizar a esta democracia para completar su desarrollo: la aprobación de un Código Penal propio, sintonizado con la Constitución de 1978 y representativo del cambio de valores habido en la sociedad española desde la restauración democrática. Pero el acontecimiento no será todo lo feliz que debiera. La abstención anunciada por el Partido Popular priva al nuevo Código Penal de uno. de los requisitos básicos en una obra legislativa de esa envergadura y relevancia: el consenso parlamentario.La actitud del PP proyecta sobre el futuro del primer Código Penal de nueva planta aprobado en esta, democracia un riesgo que no merece: caer bajo el síndrome de la reforma desde el instante mismo en que va a ser promulgado. Además supone echar por la borda toda una trayectoria de esfuerzo a favor del consenso y del debate en la elaboración de este código, que inició UCD y continuó el PSOE con cooperación del propio PP. Y es que durante mucho tiempo se dio por sobreentendido que ninguna diferencia entre las fuerzas políticas cuestionaría su voluntad de acuerdo respecto de un texto legal cuyo futuro depende de que obtenga la más amplia mayoría parlamentaria y represente lo más completamente posible el esquema de valores vigente en la sociedad.

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El Congreso aprueba hoy el nuevo Código Penal con la abstención del PP

Pero este proyecto no ha podido sustraerse al empeoramiento general del clima político y de las relaciones entre los grandes partidos. El PP ha hecho un casus belli del cumplimiento íntegro de las penas. Y lo ha esgrimido con una beligerancia digna de mejor causa frente a un Código, Penal técnicamente muy elaborado y, doctrinalmente avanzado, que no merece la abstención global de un partido que puede ser la próxima mayoría gobernante. ¿Significa esto que el PP quiere quedar con las manos libres para modificar el nuevo código si cuenta con una mayoría propia para hacerlo? Si ésa fuera su intención, sería ahondar un poco más en la ruptura del consenso parlamentario indispensable.

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Pero, además, no sería correcto que los dirigentes es resolvieran el día de mañana, desde una posición de fuerza, una cuestión en la que los otros grupos políticos se han acercado todo lo que podían a las pos turas del PP. Con el nuevo Código Penal, que suprime la redención de penas por el trabajo, las condenas se cumplirán sustancialmente, aproximando de ese modo las impuestas por los tribunales a las realmente cumplidas. Es precisamente en el sistema de penas donde se muestra más innovador el nuevo código. Con él muere el sistema penal y penitenciario vigente, caracterizado, entre otras cosas, por establecer penas teóricamente elevadas, absolutamente despropórcionadas en muchos delitos menores, y por reducirlas luego en la práctica de manera mecánica y en muchos, casos sin relación con cualquier objetivo de reinserción..

Pero, como no podía ser de otro modo, el nuevo código se esfuerza por tutelar al máximo los derechos fundamentales de, la persona -frente a la tortura, por ejemplo-; por proteger penalmente los nuevos valores constitucionales que carecían de tal protección o no la tenían en grado suficiente -bienes socioeconómicos, recursos naturales, ordenación del territorio-; por reducir, en cambio, el excesivo amparo penal de los poderes públicos heredado del pasado régimen autoritario -desaparición de determinadas figuras de desacato y matización de otras-, y por endurecer la lucha contra la corrupción política mediante una más extensa y precisa tipificación de tales conductas delictivas.

El nuevo Código Penal no ha atinado, sin embargo, en el problema de los jóvenes insumisos. Reduce las penas de cárcel, pero a costa de prolongar en exceso -de 10 a 14 años- el tiempo de inhabilitación para acceder a la función pública y recibir ayudas y subvenciones. Se puede dudar de que esta- solución esté, penalmente bien orientada: responde a una concepción vindicativa y de represalia impropia del derecho penal moderno. En cambio, la más justa proporcionalidad en el castigo de los delitos menores y la sustitución de la pena de privación de libertad por la de multa, o por el arresto de fin de semana constituyen dos de las más novedosas medidas del nuevo Código Penal que hoy nace en el Congreso, que es un buen resultado de una ardua tarea y que hubiera merecido -y seguramente conseguido- la aprobación de todos los grupos si la situación política en España fuera otra distinta, a la que sufrimos.

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