Savater y la naturaleza
Espero que el señor Savater me permita "recoger el guante" lanzado por Artur Ferrer en su carta del 9 de octubre de 1995 sobre los supuestos defectos de forma de su artículo Madre dolorosa. Señor Ferrer: si es usted tan aficionado a rastrear defectos de forma, ¿por que no relee su carta? Su ataque se basa en prescindir totalmente de la frase de Savater que usted mismo cita: "Un ser vivo puede causar dolor a otros, más no a la naturaleza". Dudo mucho que esta afirmación haya surgido de un afán irracional por llevar la contraria y, desde luego, no es un "argumento débil y forzado indigno de él". Una de las tareas de la filosofía, a la que el señor Savater se dedica con especial empeño, es la destrucción sistemática de tópicos, que flotan por ahí con la impunidad de quien se cree a salvo de cualquier análisis. El tópico de la naturaleza dañada, violada y torturada es el tópico triunfante de este final de siglo. Pues bien, si la naturaleza es algo, además de uno de los conceptos más complicados e interesantes de la historia del pensamiento, desde luego está muy lejos de sufrir por nuestra causa. La imagen acogedora y llorosa de la naturaleza herida no es más que una parte de una inmensa campaña de propaganda cuya finalidad desconozco. ¿Y Chirac? Digámosle lo que pensamos de sus bombas, pero, por favor, no acudamos para ello a un absurdo afán de comunión con "lo natural".-
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