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Crítica:ÓPERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Otra cultura

El doblete Purcél-Britten a cargo de la ópera Factory, que con indiscutible acierto presenta ahora el Festival de Otoño de Madrid, se podía presenciar en Londres hace unas semanas. Permite al espectador español asomarse a otra cultura de la ópera: la de la reinvención permanente, la de una compañía estable que apuesta con riesgo en sus propuestas, la del compromiso con el tiempo en que vivimos.David Freeman fundó la ópera Factory de Londres en 1981. Anteriormente había puesto en pie la de Zurich en 1976 y la de Sidney en 1973. Tenía entonces 19 años y cantaba Orfeo en su propia producción del título monteverdiano. También estuvo por aquellos tiempos en un grupo de rock. Los planteamientos estéticos de Freeman tienen un pie en Brook (el agua, las piedras, el concepto de cámara, la distribución del espacio)" otro en Grotowski (la expresividad y el trabajo con los actores), y otro en Stein (la claridad de ideas). Esto se apreció especialmente en Curlew River, imposible mezcla de teatro japonés con parábola de iglesia y rito medieval, que Freeman y el director musical Nicholas Kok resolvieron de forma magistral, con el apoyo de unos cantantes tan extraordinarios con la voz como en el gesto, el movimiento o la fuerza escénica. Sobresalió en su papel protagonista de mujer loca Nigel Robson. Con todo ello, asistimos a la mejor representación de ópera vista en Madrid en muchos años, entendiendo como ópera un espectáculo en el que se complementan música, voces, teatro y cultura viva.

Ópera Factory

Britten: Curlew River. Purcell: Dido y Eneas. The Endymion Ensemble. Director musical: Nicholas Kok. Dirección de escena: David Freeman. Teatro de la Abadía, 4 de octubre.

No se mantuvo el mismo nivel en Dido y Eneas, tal vez porque es imposible superar lo insuperable, y tal vez porque en el tratamiento actualizado y en el subrayado de lo evidente de la extraordinaria obra de Purcell (Belinda con teléfono móvil, personajes al límite de la pasión y la muerte desde una perspectiva moderna, casi al estilo que dio Freeman a Aventuras y Nuevas aventuras de Ligeti) se perdió algo del encanto ambiguo que Dido y Eneas poseen. Lo cual no impide el reconocimiento de aun gran trabajo encabezado por Marie Angel, una de las cantantes simbólicas de esta compañía ejemplar.

Aunque Freeman está en este momento solicitado por los mejores teatros de ópera del mundo, permanece fiel a la ópera Factory. Es de agradecer. Significa un soplo de aire fresco, una mirada sin nostalgias y una explosión de creatividad en el mundo de la ópera.

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