El jurado no cala
A primera vista, parece que a los madrileños no les hace mucha ilusión lo del jurado. Unos cien vecinos han presentado su renuncia antes incluso de que se abriera el plazo. Algunas de las alegaciones, recogidas por José A. Hernández el pasado lunes en estas páginas, son curiosas o raras. Así, por ejemplo, un señor aduce que es analfabeto, aunque, por si acaso no fuera suficiente, añade que profesa la religión evangelista. A mí me parece que el problema no es que se rechace masivamente esa ley, sino que los que no están de acuerdo con ella lo expresan con mucha vehemencia. Es decir que los que no quieren tienen muy claro que no quieren. Yo, del jurado, la verdad, sólo sé lo que sale en las películas norteamericanas, aunque si tenemos en cuenta que, por razones personales que no vienen al caso, he visto varias veces Doce hombres sin piedad, se podría considerar que tengo un master.Lo que pasa es que no le he sacado mucho provecho, pues la impresión final que me ha. quedado de esa institución es que es como una reunión de vecinos española. A lo mejor la gente no quiere ser jurado porque ha padecido esa experiencia fatal. Ya sé que no puede ser lo mismo, pero no se me ocurre otra referencia. Y lo peor es que hay que conseguir las cosas por unanimidad. Eso no es posible, hombre. Yo he asistido a una reunión de vecinos en la que se votaba no escupir en la escalera y la propuesta sólo obtuvo el 70% de los votos. El personal es muy discrepante, y muy escupidor, así que no sé.
De otro lado, veo la campaña para animar a la gente y creo que no me gusta mucho. Sale la foto de una chica de la que se dice que "no ha leído la Constitución, pero sabe que todos tenemos derechos" (?); luego hay un joven con bufanda escocesa del que se nos informa que "no es experto en leyes, pero sabe que hay que respetarlas" (¡!). De otra dama de mirada penetrante, se dice que "nunca ha asistido a un juicio, pero sabe escuchar" (era de noche y sin embargo llovía). Finalmente, de un cejijunto de expresión noble se señala que "no ha estudiado Derecho, pero sabe lo que está bien y lo que está mal" (me encontré con un ciruelo cargadito de manzanas). Luego, en el texto, se dice una mentira tan grande que anula los aciertos anteriores. A saber: "Todos tenemos sentido de la justicia. Es algo que nace con nosotros". ¿El justo nace o se hace? Me alegro de que me haga esa pregunta. No solamente es mentira que el sentimiento de justicia nazca con nosotros, sino que hay gente que no llega a adquirirlo después de una vida larga. Muy mal. Por otra parte, el anuncio parece que prima a quienes no han leído la Constitución, y eso tampoco es.
Quizá todas estas cosas, cruzadas, están produciendo esa apariencia de rechazo a que nos referíamos. Porque lo cierto es que aquí, en Madrid, como no tenemos identidad, nos disfrazamos de cualquier cosa enseguida. Penetró en su día la hamburguesa sin ningún problema, luego el pollo frito al estilo Kentucky, que a mi padre le volvía loco porque lo había inventado un coronel y mi padre era muy partidario de los coroneles. Previamente ya habían triunfado Papá Noel y el árbol de Navidad sobre los Reyes Magos y el belén. Esta semana, hemos visto la fuerza con la que está entrando Halloween: se agotaban los disfraces de esqueletos en las tiendas. El día de Todos los Santos, en el cementerio de la Almudena, un padre de familia, tras orar con su mujer e hijos delante de unos restos humanos, gritó:
-Venga, vámonos, que llegamos tarde a Halloween.
De manera que nosotros no tenemos problemas para saltar de una cultura a otra, a veces no sabemos en cuál estamos. En mi casa hemos alcanzado una suerte de sincretismo imaginero, así que Papá Noel y los Reyes Magos se encuentran en el portal de Belén e intercambian insultos. Los años bisiestos ganan los Reyes Magos. Pero lo del jurado parece que no cala, pese a ser de importación. A lo mejor es que sin darnos cuenta, nos hemos vuelto evangelistas.
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