Manipulación descarada
Película escándalo el pasado verano en Estados Unidos, donde precipitó una polémica de amplio alcance sobre un tema que gusta a los sociólogos metidos a cinéfilos -cómo refleja el cine la realidad cotidiana de los adolescentes- Kids, es una de esas películas que parecen hechas con tiralíneas.Por un lado, reune algunas de las formas de hacer tradicionales de, cierto cine independiente: una voluntaria fealdad, actores casi aficionados, una aparente urgencia por contar algo, urgencia que en ocasiones -no aquí- se confunde con la sinceridad. Pero por la otra, el terna, elegido para provocar, constituye todo un programa de sabio cálculo mercantil: poner en imágenes la miseria sexual adolescente. v hacerlo con personajes entre los. 13 y los 16 años, es un poderoso reclamo de taquilla, pero no una garantía de autenticidad.
Kids
Dirección: Larry Clark. Guión: Harmony Korina. Fotografía: Eric Alan Edwards. Música: Louis Barlow. Producción. Cary Woods, Christine Vachori y Lauren Zalaznick, EE UU, 1995. Intérpretes: Leo Fitzpatrick, Sarah Henderson, Justin Pierce, Joseph Chan, Jonathan S. Kim, Adriane Brown. Estreno en Madrid: cines Fuencarral y Rosales (V. 0.).
Dijo Larry Clark en el Festival de Cine de San Sebasfián del pasado mes de septiembre, donde presentó la película, -que supone el primer largometraje de su carrera- que todo lo que en ella se ve es el reflejo estricto de la realidad, no en vano su guionista, Harmony Korine, tiene 19 años y conoce de lo que habla.
No discutirá quien esto firma que sea cierto; en todo casi, sí debe decir que Mrs Korine, con 19 o con 40 años, es una pésima guionista: el entramado sobre el que se aguanta el filme, un conjunto deslabazado de anécdotas de ligue de las más feas vistas jamás en una pantalla -el plano de apertura, por ejemplo, es toda una declaración de principios de lo que sigue luego-, y que tiene a dos jóvenes y a sus ocasionales compañeras de cama como protagonistas, es sólo una vulgar acumulación desprovista de todo avande dramático. Sólo hacia el final, cuando tal vez Clark fue cónsciente de que tenía que liquidar la cosa de alguna manera, se produce un esbozo de climax marcado, por si fuera poco, por un fuerte moralismo disfrazado de libertad.
La chatura de los personajes, lo absurdo de las situaciones en que se ven envueltos hace al filme considerablemente difícil de ser asumido por su público. natural, los jóvenes. Con lo cual lo que en realidad se vende, y ahí radica la manipulacíón decarada que opera Clark, es el sensacionalismo barato para consumo adulto que se desprende de sus imágenes: un grupo de adolescentes que sólo emplean un centenar de palabras para relacionarse -y las más frecuentes son puta, guarra, perra, hija de puta-, sexo a cualquier hora y a cualquier precio, violencia gratuita, malas compañías
Artefacto de alerta
Detrás de su aparente behaviorismo social, Kids es ante todo un artefacto para alertar a padres preocupados sobre los supuestos desmanes de unos hijos a quienes la película no pregunta nada: ni por qué están así, ni cuáles son las causas de su simpleza atroz.Y es que, como pasa con frecuencia en el cine de nuestros días, la supuesta neutralidad del punto de vista de quien narra sólo delata precariedad intelectual, incapacidad de análisis, voracidad para convertir en espectáculo las miserias que se muestran.
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