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La caída del 'verdugo' de Somoza

El Pelado será juzgado en Argentina por el asalto a La Tablada

Juan Jesús Aznárez

El histórico jefe guerrillero argentino Enrique Gorriarán Merlo, siempre secreto, prófugo y siniestro, logró ganarse, el desprecio de muchos que le habían admirado como jusficiero cuando en 1980 agotó el peine de un fusil de asalto sobre el cuerpo del tirano nicaragüense Anastasio Somoza o se alzaba en armas contra las dictaduras americanas.Capturado el sábado en México y embarcado por la noche hacia Argentina, Gorriarán Merlo, El Pelado, cayó definitivamente en desgracia al conducir hace seis años, durante la precaria democracia de Raúl Alfonsín, el loco asalto al Regimiento 3 de Infantería Motorizada de La Tablada.

El ataque, convertido en matadero por su salvaje represión, concluyó con 39 muertos, 3 desaparecidos y 70 heridos. Muchos de quienes allí perdieron la vida eran jóvenes adoctrinados por el cimarrón argentino, un visionario de 54 años custodiado ahora por comandos especiales en Campo de Mayo. Según el espionaje local, sus agentes informaron a los mexicanos "acerca del paradero exacto del subversivo".

Irremediablemente más proclive al tiro que a las ideas, aun cuando en Argentina existiese el espacio para defenderlas y así lo entendieran antiguos camaradas, nunca encontró un hueco para el debate político o la revisión histórica.

Tampoco se arrepintió de la tortura o el tiro en la nuca milicianos de los años violentos, bestiales desde la trinchera castrense, cómo responsable de una de las guerrillas latinoamericanas más activas de la década de los setenta, el trotskista Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), fundado con Roberto Mario Santucho. "Yo no me arrepiento de lo hecho globalmente, que lo hagan los torturadores, los criminales y los corruptos", declaró el pasado 17 de mayo en una entrevista clandestina con la cadena de televisión Telefe, su última aparición pública.

Henrique Haroldo Gorriarán, nacido en San Nicolás, Buenos Aires, fue apresado en el distrito federal mexicano junto a su mujer, nicaragüense, y un amigo, liberados después. El pasado día 18 había festejado en ese país su último cumpleaños. Algunos episodios de la subterránea existencia de Gorriarán, de película, fueron narrados por él mismo en la entrevista. El periodista le tuteó al principio, pero espantado por el desglose del prontuario escuchado terminó "de usted".

Frío, sin emoción, con voz ronca, reveló los detalles del atentado contra Tachito Somoza en Asunción del Paraguay, el más espectacular, perpretado con la aprobación del Gobierno sandinista. Lo llamaron Operación Reptil, y durante la ejecución murió. su compañero Hugo Irurzun. Fallado el primer disparo anticarro lanzado desde el hombro contra el Mercedes blindado del tirano bananero, entró en acción Gorriarán Merlo. "Mientras veo que [Irurzun] está en el suelo sacando un cohete y colocando el otro, yo, que tenía un fusil M-16, tiré sobre Somoza todo el cargador: los treinta disparos".

Después, el primero de enero de 1989, llegó la Tablada y las terribles imágenes de la escabechina posterior al derribo del portón del regimiento y la irrupción de un camión de Coca-Cola ocupado por la carne de cañón adiestrada por el visionario. El Pelado ensayó una justificación del asalto protagonizado por el Movimiento Todos por la Patria: unidades carapintadas preparaban su sublevación para forzar la renuncia de Alfonsín, liberar a los comandantes y devolver el poder al Ejército. Pocos le creyeron.

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