10 muertos en Argelia por la explosión de un camión bomba
El terror madrugó ayer en Ruiba. Llegó poco antes del alba. Un camión bomba, aparcado entre la sede principal de la Gendarmería y un grupo de viviendas, estalló por los aires matando a una decena de civiles, hiriendo a otro centenar y destruyendo un edificio entero y las viviendas de 150 familias. Sucedió cuando se iniciaba la segunda semana de una campaña presidencial sobre la que se ciernen las amenazas de los integristas del Grupo Islámico Armado (GIA), que han jurado asesinar a los que participen en los comicios.
"Me despertó un enorme estruendo que me tiró de la cama. Al instante, se me desplomó encima un armario. Era aún de noche. No se veía nada. Tardé en darme cuenta de que había estallado una bomba", murmura un funcionario desolado, que permanece sentado en la calle, en la acera, de espaldas a los escombros de lo que hasta poco antes había sido su domicilio.La deflagración se produjo pasadas las cinco de la mañana, pocos minutos después de que un comando integrista dejara aparcado frente a los edificios de viviendas y de la Gendarmería un camión cargado de explosivos. El estallido abrió un enorme boquete en el suelo, mientras los muros del inmueble se desplomaban y una lluvia de metralla acribillaba la fachada del edificio oficial.
Los supervivientes recuerdan que en los primeros minutos de pánico se mezclaron llantos de mujeres y alaridos de niños con gritos de terror de los heridos. Todo ello en medio de la penumbra de una madrugada de domingo, el segundo día de la semana laborable para Argelia y para los vecinos de Ruiba, localidad industrial de 150.000 habitantes a 20 kilómetros al sureste de Argel.
"Es el primer atentado de este tipo que sucede en Ruiba. No habíamos sufrido ningún tipo de amenazas hasta ahora", afirma uno de los vecinos, mientras trata, con la ayuda de los gendarmes, de la policía y de sus amigos, de rescatar entre los escombros sus últimas pertenencias. Las amontonan en la calle, frente a una explanada vacía, donde trabajan las palas excavadoras, custodiadas por fuerzas del Ejército, fusil en ristre. Las intimidades de 150 familias quedaron esparcidas por las aceras. Alguien colocó una olla a presión encima de un colchón, al lado de una nevera, junto a una silla, donde reposan unos pantalones, dos pares de zapatos y un cuadro de molduras doradas del ex presidente Bumedian.
Ruiba permaneció durante todo el día de ayer cercada y cerrada al tráfico. Las fuerzas de seguridad desviaron los vehículos que querían entrar en el centro de la población, mientras los vecinos clausuraban los comercios y las puertas de las casas y se dedicaban en cuerpo y alma a lamentarse y a contabilizar los daños. Mientras, en el resto de Argelia se abría la segunda semana de una campana electoral más bien aburrida, boicoteada por los principales partidos de la oposición y en la que participan como candidatos el jefe del Estado, Liamín Zerual, y otros tres dirigentes.
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