La tercera prueba francesa en Mururoa abre fisuras en el frente antinuclear
La tercera prueba nuclear francesa, con sus 60 kilotones de potencia, no sólo ha estremecido las entrañas del atolón de Mururoa, sino también la credibilidad de los Gobiernos de la región, grupos antinucleares, independentistas y simpatizantes.Los líderes políticos de la región, pese a que esperaban esta detonación atómica en cualquier momento, no han podido o querido aventurarse a decir algo más que pudiera dañar las relaciones con Francia a largo plazo. El primer ministro de Australia, Paul Keating, repitió que se sentía desilusionado por la decisión de París de ignorar a la opinión mundial, que rechaza su programa de modernización atómica. Su homólogo neozelandés, Jim Bolger, usó declaraciones anteriores.
La falta de entusiasmo para criticar esta tercera explosión, junto al singular discurso pronunciado por el gobernador general de Australia, Bill Hayden, ante la ONU, en el que eludió cualquier referencia a las pruebas nucleares, han generado la sospecha en la población local de que el Gobierno de esta isla-continente ha ablandado su posición antinuclear. La única respuesta contundente fue la del sindicato de transportes de Australia, que obligó a suspender los vuelos de Air France durante 24 horas.
La organización internacional Greenpeace, por su parte, actuó en varios frentes. Greeripeace hizo llegar ayer al presidente francés, Jacques Chirac, siete millones de firmas contra las pruebas. En España, junto con la Asociación Ecologista de Defensa de la Naturaleza, realizó acciones de protesta en diversas ciudades.
Los grupos independentistas polinesios reaccionaron también con gran virulencia verbal; Rusia y EE UU lamentaron el nuevo ensayo; dos partidos que integran el Gobierno japonés pidieron la llamada a consultas del embajador nipón en París, y Bélgica pidió una acción de la UE contra las pruebas en el Pacífico.
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