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Dos pintadas gigantes de Muelle, donadas al Ayuntamiento

Javier Sampedro

Empezó como un enigma minúsculo, apresurado, trazado con rotulador sobre un, buzón o bajo una papelera suburbana: ¿quién era Muelle? La pintada ganó en tamaño y en textura, estalló en colores y acabó en las paredes de las ferias y de las instituciones. Tras la muerte de Juan Carlos Argüello -Muelle- la galería Estiarte y el Círculo de Bellas Artes decidieron donar las obras al Ayuntamiento de Madrid. La primera fue aceptada en el pleno de ayer. Queda por decidir dónde poner las pintadas.

La galería Estiarte encargó a Muelle la pintada, en 1989, para decorar la tela que servía de pared lateral a su expositor en la feria Arco de ese año. Argüello se empleó a fondo, le echó cuatro horas al asunto y produjo una de sus obras más acabadas: una tela de 4,70 por 2,70 metros, con la rúbrica Muelle resuelta en un gradado del amarillo al rojo, perfilada en negro y plata y centelleante de destellos metálicos. Aceptó 20.000 pesetas por el trabajo para reponer materiales.La feria pasó, y los responsables de la galería enrollaron la tela y la archivaron en su almacén en Talavera de la Reina (Toledo). Allí seguía la obra cuando Argüello murió el pasado julio, a los 29 años, víctima de un cáncer.

"En principio nos planteamos venderla", señala Fernando Cordero, gerente de la galería Estiarte, "pero luego pensamos que eso no cuadraba con el espíritu anticultural, ajeno al mercado, de Muelle, y decidimos donarla al Ayuntamiento".

Del Círculo

Lo mismo ha hecho el Círculo de Bellas Artes, que poseía un cartel gigante con la rúbrica de Muelle que había expuesto en el exterior de su sede durante una fiesta de carnaval. El pleno del Ayuntamiento acordó ayer aceptar la primera donación. El concejal de Cultura, Juan Antonio Gómez-Angulo, explicó que la dimensión de las obras supone un problema para su ubicación, aunque él prefiere el Museo de la Ciudad, en la calle del Príncipe de Vergara.

Es un paradójico destino para la obra de un grafitero que en 1987 fue multado con 2.500 pesetas por el Ayuntamiento por haber estampado su rúbrica en el pedestal del oso y el madroño instalado tan sólo unas horas antes en la Puerta del gol. Muelle había tenido la mala fortuna de verse sorprendido por un sereno.

Muelle fue el paradigma de todos los grafiteros madrileños. Desde sus inicios en 1982, su estilo fue ganando en barroquismo y colorido, más al estilo neoyorquino, y sus ubicaciones se fueron haciendo más meditadas. Mantuvo dos elementos: la terminación en flecha y la marca registrada, una erre circunscrita adoptada por sus seguidores.

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