'Alfa' una estación espacial para el 2000
Europa entra en un proyecto que conjuga elementos, rusos y estadounidenses.
La semana pasada, Europa se enganchó por fin definitivamente al primer gran proyecto espacial de ámbito mundial, la estación internacional Alfa. El ministro francés François Fillon, asistente en representación de su país a la reunión de la Agencia Europea del Espacio (ESA) en Toulouse (Francia), resumió la necesidad de que Europa esté, presente en el proyecto porque es un proceso de cooperación y aprendizaje de carácter único, que permitirá al hombre ir más allá en la exploración tripulada del espacio, a pesar de las legítimas dudas sobre su utilidad, científica. Fillon expresó así el sentir general de la reunión, aunque obvió referirse a los duros regateos económicos y políticos que la acompañaron en paralelo.La decisión final, que tiene muy en cuenta la necesidad de mantener el espíritu común europeo en el espacio y la de seguir alimentando una industria altamente especializada y estratégicamente importante, fue la de dedicar 2.650 millones de ecus (418.000 millones de pesetas) de aquí al 2003 a la estación. Esta elevada cifra sólo representa, sin embargo, una participación europea del 5,23% en la estación. El resto lo pondrán Estados Unidos, con un 66%; Rusia, con un 15% y Japón y Canadá con porcentajes menores.
Así, con prisas y sin grandes entusiasmos, Europa se embarca en la fase definitiva de una aventura histórica que comenzará en 1997 con el envío al espacio del primer módulo. Del plan original, previsto para 1992, sobrevive únicamente el laboratorio Columbus, al que se ha añadido un vehículo (le transporte de ida y vuelta (ATV, similar al Progress ruso), que sena lanzado con un cohete Ariane 5. De esta forma Alemania mantiene su laboratorio y Francia introduce su cohete en el proyecto, con el añadido de que los lanzamientos del ATV se consideran contribución europea a los gastos de comunidad de la estación. Estos dos países son los mayores contribuyentes y el ATV es el sustituto del avión Hermes.
De la estación Freedom (Libertad) que se planeó en tiempos del presidente estadounidense Reagan a la actual Alfa hay un camino plagado de sobresaltos presupuestarios y redefiniciones. La última y casi decisiva de éstas sobrevino en 1993 a raíz de la integración de Rusia en el proyecto, a invitación del presidente Clinton, como un medio de ayudar económicamente a este país tras la desaparición de la URSS. Alfa será así una mezcla de la Freedom y de la segunda Mir prevista por Rusia para reemplazar a la actual.
La Alfa tendrá una masa total de unas 400 toneladas y girará al rededor de la Tierra en una órbita entre los 335 y los 460. kilómetros de altura. A una velocidad de 29.000 kilómetros por hora, dará una vuelta a la Tierra cada 90 minutos con un ángulo de inclina ción respecto al Ecuador de 51,6 grados. Esta trayectoria permite la observación del 85% de la superficie terrestre. A pesar de que es bastante más grande que la Mir actual, la tripulación permanente de la estación será pequeña, de un máximo de seis personas, que se servirán del transbordador esta dounidense para su traslado.
Un desafío técnico
El primer elemento de la Alfa lleva el feo nombre de Bloque de Carga Funcional, y está siendo fabricado por Rusia con financiación de EE UU. Es autosuficiente en energía, instrumentación, propulsión y comunicaciones. A él irá ensamblado un módulo de habitación para tres tripulantes con escotilla de atraque los módulos de carga rusos Progress y los europeos ATV.
Luego irán llegando los seis módulos laboratorio para investigación científica, uno estado unidense, tres rusos, uno japonés y el europeo Columbus. Y se añadirán varias plataformas para experimentos, y varios módulos rusos para atraque, generación de energía y demás, de forma que casi la mitad de la estación será de diseño y fabricación rusos. La segunda vivienda, con una capacidad máxima de otros cuatro astronautas será estado unidense, lo mismo que la, escotilla para salir y entrar en los paseos espaciales y el módulo de atraque para el transborda dor estadounidense.
A la estación estará atracado de forma permanente un vehículko Soyuz: ruso para volver a la Tierra en caso de emergencia. Este vehículo será reemplazado a partir de 2002 probablemente por otro similar diseñado y fabricado en Europa, el CTV. Y para sostener todos estos elementos en plan mecano habrá dos grandes superestructuras, una rusa y otra estadounidense. Tres brazos robóticos manipuladores completarán el ajuar de la estación, un difícil desafío técnico que mantendrá ocupados a tope a los técnicos espaciales durante más de 10 años. Si todo ello merecerá al final la pena es. algo que sólo se puede imaginar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.