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VA DE RETRO

Ángel no cogió su fusil

Hace 30 años, un electricista sufrió nueve años de prisión por ser insumiso religioso

Es seguro q ue mucho vecinos del madrileño barrio de Mortalaz reconocerán rápidamente el rostro de Ángel Sánchez Molín, un electricista de 52 años, casado y sin hijos, que actúa los domingos de reloj despertador del distrito. Este hombre, con una moral a prueba de bomba, se dirige semanalmente a Moratalaz desde la sede nacional de Testigo s de Jehová -ubicada en un impresionante complejo de 132.000 metros cuadrados, en la carretera de Torrejón de Ardoz a Ajalvir- para predicar su fe entre los somnolientos ciudadanos.Cuesta imaginar qué delito cometió este veterano testigo de apariencia tranquila y voz reposada, con aspecto de no haber roto nunca un plato, para que hace tres décadas, en 1965, fuera condenado a 15 años de prisión.

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Obedientes, pero contradictorios

Hace 30 años que a Ángel Sánchez le- llegó la hora, como a la mayoría de los varones españoles, de cumplir con la patria. Ni corto ni perezoso se presentó en el cuartel de Palma de Mallorca, donde le había correspondido hacer la mili e inició su letanía de "me niego a vestir el uniforme militar". Que aquel osado joven se atreviera a desafiar el espíritu nacional de la época alegando su completa obediencia al "no matarás" bíblico había desarmado, metafóricamente hablando, a los militares mallorquines, que jamás habían oído hablar de la objeción de conciencia.

Consejo de guerra

Tras intentar sin resultado que desistiera de su actitud, le formaron un consejo de guerra que le condenó a tres años de prisión. Éste sería sólo el principio del calvario que privó a Abel Sánchez de libertad los mejores años de su vida, de los 22 a los 31 años. Incluso su boda, el 14 de marzo de 1970, se celebró en el castillo de Santa Catalina, que no es precisamente un salón de banquetes, sino la prisión militar de Cádiz, donde se ofició la ceremonia civil. Ni siquiera disfrutó de la noche de bodas, porque tras un sencillo. ágape, Florencia, la novia, tuvo que abandonar la penitenciaría a media tarde.Este obstinado joven de origen salmantino tuvo menos suerte que uno de sus correligionarios, Juan Sirela, que ahora reside en Barcelona, y que 10 años antes, en 1955, fue absuelto por negarse igualmente a vestir el uniforme caqui. En vista de que el jarabe de palo del sargento de turno tampoco _logró enderezar al insumiso, un tribunal militar optó por calificarle de "loco místico". La aparición de más casos hizo recular al estamento militar, que temía posiblemente que el país se llenara de enajenados religiosos.

Sánchez Molín, hijo de padres católicos copnoció la organización de los testigos de Jehová cuando tenía 14 años recibió el bautismo y entró aformar parte del grupo .desde entonces y pese a la incomprension liar, se considera "un ciudadano del Reino de Dios" y nada de lo que le haya podido ocurrir en su vida le ha hecho apartarse o desobedecer ni uno solo de los preceptos a los que obliga la religión que profesa.

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Asegura que no guarda rencor hacia quienes le encarcelaron y reconoce que su obstinación le costó cara: "Siempre pensé que era más fácil hacer la mil¡. Pero mi objeción era completa. No cogería:un arma ni en caso de guerra ni en defensa propia porque la Biblia dice claramente no asesinar'. Por tanto, tampoco podía aceptar un adiestramiento que pudiera tener como fin la muerte de un semejante". Ni siquiera las dos veces que temió por su vida en dos motines carcelarios le hicieron cambiar de opinión.

En 1968, Ángel había cumplido ya la primera condena de tres años. Cuando había transcurrido un mes le volvieron a llamar a filas, y vuelta a empezar. Pero en esta ocasión las cosas se agravaron porque ya tenía antecedentes penales y fue destinado a los Batallones Disciplinarios del Sáhara español.

Allí le esperaba otro consejo de guerra y una condena de seis años que cumplió en la prisión militar. de Cádiz. De nada sirvieron las protestas que sobre su caso, difundió Amnistía Internacional.

Un billete de tren

Recuerda Ángel como uno de los peores días de su vida el 20 de diciembre de 1973. Cuando apenas faltaban dos meses para conseguir de nuevo la libertad, la muerte en atentado de la organización terrorista ETA. en Madrid del presidente del Gobierno franquista Carrero Blanco le hizo temer que las medidas contra quienes se negaban a hacer el servicio militar se endurecerían aún más.Afortunadamente no fue así.El 4 de febrero de 1974 abandonaba la prisión con una pequeña maleta y un billete de tren que le habían facilitado en el cuartel.

La odisea no había terminado. La patria es m as insistente que el cartero y siempre llama tres veces. Pero entonces ya se había aprobado un decreto, el 23 de diciembre de 1976, que constaba de un solo artículo, pero que reconocía al menos la objeción.

También ese año Presidencia, del Gobierno amnistió a todas las personas que se hubieran negado a realizar el servicio militar por causas religiosas.

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