Miurada embestidora
Nunca es tarde si el triunfo llega. La legendaria divisa de Miura, con siglo y medio largo de historia, acertó plenamente en la diana del éxito el día en que se presentaban en la plaza jiennense de La Alameda. No es que hicieran honor al calificativo de terrorífica, como la anunciaba la cartelería; sino todo lo contrario, ya que a excepción de la alimaña que lidió Fundi en primer lugar con ajustada técnica y valeroso derroche de testosterona, el resto alcanzó el milagro de una catadura embestidora y, en algunos casos, hasta pastueña.El público de Jaén, quizá impresionado por la leyenda, sobrevaloró la actuación de los coletudos a la hora de aflojar los pañuelos en solicitud de trofeos con la inestimable e imprescindible colaboración del presidente. Bien es verdad que en cuanto a estampa, los miura sí hicieron honor a su fama. Quizá parte de su fiereza se la dejaron en el camino, ya que durante su transporte desde Zahariche destrozaron las jaulas del camión. Quizá más fiereza se dejaron en las corraletas de la plaza, cuyos encalados muros y férreas puertas también destrozaron. Ni qué decir tiene que los galafates también se destrozaron los pitones, que más parecían blanduzcas escobas, sin que eso importara a nadie, presidente incluido.
Miura / Fundi, Sánchez, Ortiz
Cinco toros de Eduardo Miura, con gran trapío y buen juego, excepto el 1º, peligroso; salieron con los pitones escobillados. 5º sobrero de Román Sorando (en sustitución de uno del hierro titular devuelto por inválido). Fundi: ovación; dos orejas.Sergio Sánchez: oreja; aviso y ovación. Ricardo Ortiz: aviso y ovación; dos orejas; salió a hombros. Plaza de Jaén, 22 de octubre. 3ª y última corrida de la feria de San Lucas. Dos tercios de entrada.
La terna de matadores-banderilleros, que compartieron ceremoniosamente los palos en la primera mitad de la corrida con cierta vistosidad, supo lo que la gente esperaba y se lo dio. Así, Fundi sometió al castaño bocinero cuarto sobre la base técnica de marcarle mucho el viaje y aprovechó su manejable y pastueña embestida para, cabal, inspirado y poderoso, alborear una faena que rayó momentos de pasional ortodoxia. El de Fuenlabrada, magnífico como director de lidia, cerró su campaña de 1995 como el año anterior, con un señero e indiscutible triunfo.
Más discusión tiene el doble trofeo de un Ricardo Ortiz poco placeado que anduvo vulgar y atropellado en rehiletes toda la tarde. Frente al manso y noblón sexto, un pavo de casi 700 kilos, se produjo con excesiva electricidad en los derechazos eléctricos con que lo obsequió, aunque supo adornarse al final con manoletinas y enterró la espada hasta los gavilanes. Al menos mejoró su actuación similar frente al tercero de condición parecida. Sergio Sánchez se lució con el percal en ambos enemigos, destacando con las banderillas al parear sentado en una silla. También aprovechó la condición pastueña del segundo para torearle con reposo, quietud y majeza. Lo que repitió en el complicado sobrero pero falló a espadas.
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