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Un policía municipal mata de un tiro en la cabeza a un fugitivo desarmado

Vicente González Olaya

VICENTE G. OLAYA La bala perforó la ventanilla eerrada del vehículo y atravesó la cara del conductor. Fue un disparo a bocajarro. En torno a las 8.20 de ayer, el policía municipal Javier Díaz Aparicio, de 36 años, trece de ellos en el Cuerpo, mató de un balazo en la cabeza a Pablo Vicho Lucas, que hoy hubiera cumplido 24 años, un fugitivo que se encontraba en un vehículo atascado en la avenida de América.

Hasta allí había llegado Vicho Lucas huyendo de la patrulla policial que le perseguía por conducir temerariamente y haber intentado atropellar a uno de los agentes cuando le dio el alto en la M-30. El coche fue robado en Chamartín el día anterior. La juez que se encarga del caso ordenó ayer. la detención del policía que disparó (anoche permanecía en los calabozos de la plaza de Castilla).

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El fugitivo no portaba ningún arma de fuego en el momento en que fue herido de muerte -falleció 10 minutos después- Sobre la alfombrilla del coche quedó una navaja. El coche tenía las ventanillas y las puertas cerradas. Vicho llevaba puesto el cinturón de seguridad, según la agencia Efe.

El vehículo que conducía había recorrido muchos kilómetros delante de la policía antes de acabar atascado a la entrada a Madrid, en la carretera de Barcelona (N-II). El coche policial, donde viajaba Díaz Aparicio, le venia persiguiendo desde el kilómetro 8 de la M30, donde Vicho había hecho caso omiso a las señales de alto de los agentes.

Todo comenzó, según la versión policial, así: "Un vecino nos avisó de que un conductor marchaba temerariamente por la M-30, chocándose con otros coches. Una patrulla de la Unidad Especial de Tráfico (UTE), apostada cerca del lugar por donde transcurría, intentó darle el alto. El coche aceleró y arrolló a uno de los policías, dándole un golpe en la pierna". Los agentes volvieron a subirse al coche patrulla y comenzaron la persecución del vehículo, que se desvió hacia la carretera de Barcelona, dirección centro urbano. Fue su gran equivocación.

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Vicho tuvo que frenar en seco. La entrada a Madrid estaba atascada. Miles de madrileños intentan entrar a esa temprana hora en la ciudad. El vehículo quedó atrapado en el embotellamiento. El coche patrulla le alcanzó.El portavoz policial continúa reconstruyendo los hechos: "El policía municipal [con la pistola en la mano] se acercó a la ventana del conductor para identificarlo. [Su compañero hizo lo mismo por la otra ventana, según explicó ayer el concejal José Ignacio Echeverríal. El conductor efectuó un gesto brusco., Quería coger algo del interior del turismo. El agente le disparó. Pensaba que iba a sacar una pistola".

El servicio de urgencia de las ambulancias municipales llegó a las 8.26. Vicho aún tenía pulso. Intentaron reanimarle durante casi veinte minutos, pero todo fue inútil. La bala que acabó con Vicho penetró por su maxilar izquierdo. El plomo salió por su oreja derecha.

Antecedentes por robo

El fallecido, según la policía local, era un delincuente habitual. Solía utilizar identidades falsas y tenía 23 antecedentes por robo con fuerza, tráfico de drogas y robo de vehículos. Sobre él pendían dos órdenes judiciales de búsqueda y captura.

El vehículo que conducía (marca Seat Toledo) lo había robado la noche anterior en el distrito de Charmartín. El coche tenía el puente hecho (un cruce en los cables de contacto que realizan los ladrones, ante la falta de llave, para poner en marcha el coche).

El agente declaró que antes de disparar oyó un grito de alarma de su compañero. Gumersindo, de 22 años, un vecino de la zona, llegó minutos después, del disparo que acabó con la vida de Pablo Vicho Lucas: "En el arcén permanecía tirado un hombre joven. No se movía. Tenía la cara completamente cubierta por la sangre. Junto a un coche patrulla, estaba un policía municipal al que una mujer [la juez de guardia] tomaba declaración", recuerda.

El testigo continúa su relato: "Un policía nacional revisaba el tambor del revólver [de donde había salido el disparo] El municipal estaba muy afectado y arrastraba una pierna". Según este relato, el agente que acabó con la vida del fugitivo fue el atropellado minutos antes por éste, en la M-30, cuando le intentaba dar el alto. No obstante, la policía no se pronunció ayer al respecto. Gumersindo sigue: "Antes de meterlo en el coche que se lo llevó, un agente le dijo: "Tranquilo, y hemos avisado a los abogados". Tenía la mirada perdida".

Los agentes de la Policía Judicial recogieron, poco después, un casquillo del suelo, sacaron una navaja de unos diez centímetros del interior del vehículo. El retrovisor y los ceniceros los metieron en una bolsa de plástico para analizarlos.

Pablo Vicho había sido detenido en multitud de ocasiones y contaba con una orden de ingreso en prisión dictada por el Juzgado número 1 de Móstoles (199.150 habitantes). El Juzgado de Instrucción número 26 de Madrid también le buscaba.

La juez encargada de los sucesos ordenó la detención de Díaz Aparicio, quien en la tarde de ayer permaneció durante varias *horas en las dependencias del Grupo VI de Homicidios de la Brigada Provincial de la Policía Judicial, en la plaza del Marqués Viudo de Pontejos. Luego fue trasladado a los calabozos de la plaza de Castilla, y fue interrogado por la juez. Anoche seguía allí detenido.

Para el Cuerpo Nacional de Policía, la detención del agente se debió a las extrañas circunstancias en las que se produjo la muerte de Pablo Vicho, informa Efe. El Cuerpo Nacional de Policía considera que la respuesta del agente contra Vicho fue "desproporCionada". En cambio, un portavoz de la Policía Municipal dijo comprender la actuación. del agente, y pidió que se respete la presunción de inocencia.

Voz de alarma

Según fuentes cercanas al caso, el agente afirmó en las dependencias de la Policía Judicial que, cuando se aproximaba para identificar al conductor, oyó el grito de alarma de su compañero [el que se acercaba al coche por la ventanilla derecha]. Y disparó cuando vio que Pablo Vicho se agachaba. Creyó que iba a dispararles.

Díaz Aparicio recibió la visita, en las dependencias de la Brigada de Policía Judicial, sobre las 14.30 de ayer, del concejal de Circulación y Policía Municipal, José Ignacio Echeverría, y el director de la Policía Municipal, José Manuel Morales.

Echeverría relató el estado de ánimo del agente: "Estaba destrozado. Sólo pensaba en su familia y en cómo se enterarían de los sucesos". El agente está casado y es padre de dos hijos. Ingresó en la Policía Municipal hace trece años y no hay tachas en su expediente, según indica el Ayuntamiento. Está afiliado al sindicato UGT. Un abogado de este sindicato fue uno de los que le acompañaron ayer en su declaración ante el juez. El concejal continuó: "Le dije que se tranquilizase, que se lo contase todo al juez y que luego llamara a su familia, que con la verdad se va a todas partes".

El Ayuntamiento de Madrid se comprometió, además, a darle toda la cobertura legal posible.

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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