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La prostitucion cala fuerte entre las jóvenes chinas como solución rápida a la pobreza

El partido comunista tolera el negocio y el Ejército se aprovecha de él

ENVIADA ESPECIAL Apenas han pasado nueve lustros desde que el Ejército Popular de Liberación entró en Shanghai ansioso por acabar con el mayor prostíbulo de Asia y dar a miles de mujeres la posibilidad de una "vida digna" cuando ese mismo Ejército se ha convertido en una de las primeras instituciones nacionales en invertir en grandes hoteles, bares y karaokes de lujo donde una nueva clase de prostitutas refinadas hace su agosto entre los hombres de negocios de Singapur, Hong Kong, Japón, Taiwan y Estados Unidos.

Chinas jovencísimas de cintura minúscula invitan a los solitarios comerciantes a olvidar sus penas. Miles de hongkoneses pasan diariamente a Shenzhen para disfrutar de los encantos de las decenas de miles de campesinas que han tomado esta ciudad para solucionar, lo más rápidamente posible, sus problemas económicos.A la mujer liberada con la revolución, que culminó con la fundación de la República Popular en 1949, ha sucedido ahora otra más pragmática que recurre a la prostitución como el mejor método para acomodarse a los vientos de "socialismo con características chinas" que soplan por el país y que tienen como único ideólogo al poderoso don dinero. El Ejército Popular de Liberación, convencido de que tiene que modernizarse para seguir manteniendo su papel dominante en el Gobierno de la nación, no ha dudado en aprovecharse de este nuevo y productivo negocio, aunque sea indirectamente.

Algunos cuadros del Partido Comunista Chino (PCCh), que antes consideraban la prostitución como "un mal burgués a combatir", han reconsiderado su postura y ahora la comprenden como si fuera "un trabajo tradicional". Lo único que parece molestarles es no tener dinero bastante para poder, ellos también, dedicarse a estos placeres.

La noche es joven y en el karaoke de un céntrico hotel de la capital comienzan a entrar hombres solitarios. La soledad no les dura mucho, enseguida se les aproxima una muchacha que les da conversación, les invita a beber y les deleita con su dulce voz, entonando las melodías que más les gustan. Es la forma más extendida de ligar en el Extremo Oriente.

De la rigidez que antes gobernaba especialmente los hoteles de la capital China, donde no se permitía -en los que había extranjeros- traspasar el umbral de las puertas a ningún chino si no iba acompañado por un extranjero, se ha pasado a no controlar si duermen más de uno. Sólo preocupa el "bienestar del cliente".

"El año pasado", comenta un miembro del PCCh, de 40 años, "la policía hizo una redada en un hotel y sacó a 200 prostitutas. Luego nadie quería ir, a ese hotel y la institución que lo regentaba protestó por los daños que les estaba causando la intervención policial. Desde entonces la policía se dedica a otras cosas".

Gu Xiang tiene 25 años y es de la provincia de Shanxi (centro de China). Se vino a Pekín atraída por las luces de la capital y porque quería hacer dinero para irse fuera del país. "¿España da visados a los chinos?". Gu está contenta con su trabajo. "conoces a mucha gente", pero dice que le gustaría ahorrar lo suficiente para "poner una tienda de modas en el extranjero".

Semanas atrás, un diario de provincias relataba la hazaña de una campesina que se fue a la zona económica especial de Shenzhen, vecina a Hong Kong, para ejercer la prostitución. Tras dos años de trabajo ha vuelto orgullosa a su aldea; se ha construido una casa y un taller textil que emplea a una decena de personas y los hombres que antes la despreciaban por su pobreza ahora están interesados en hacerle la corte.

La indiscreta y casi de mal gusto curiosidad china ha hecho de las prostitutas su principal tema de conversación, después, claro está, del dinero. "¿Las has visto?", es la pregunta que unos y otros repiten en cuanto hay algo de confianza. Luego vienen las lucubraciones sobre lo que ganan, sobre lo que gastan en vestirse y maquillarse y sobre si se dedican a su profesión de forma abierta o selectiva, con los grandes empresarios y altos funcionarios de los Gobiernos provinciales fundamentalmente. Las historias preferidas son las de los hijos de los dirigentes nacionales que van dejando decenas de miles de yuanes (un yuan equivale a 15 pesetas) por una noche con tal o cual amante.

"En un país tan poblado como China no se puede prohibir la prostitución", añade el miembro del PCCh. "De hecho, puede ser beneficiosa para algunos hombres. Además, es algo que ha existido siempre y que también hay en Occidente, incluso más que aquí, porque en Occidente también hay hombres que se dedican a ella".

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