El préstamo del 'Guernica'
En el tema del posible traslado del Guernica, para figurar en una exposición en Francia, lo que más me sorprende es que algunos políticos sean tan insensatos, o tan estúpidos y pretenciosos, como para poder ni siquiera imaginar que tal hecho es posible. En este asunto la estupidez llega a límites bochornosos:: se continúa protegiendo inútilmente mediante horrible cristal -la urna de la cenicienta- una gran obra pictórica, pero se atreven a barajar la coveniencia de un traslado que supone enrollar la tela y destrozarla definitivamente, todo ello por problemas exclusivamente de prestigio. Tanto desconocimiento frente a una obra pictórica extremadamente delicada, como es el Guernica, provoca una vez más la penosa certeza de la insensibilidad de los estamentos oficiales para con el universo del arte y asimismo del peligro de una manipulación fundamentalmente política bajo un pretexto artístico o histórico.Algo semejante se pretenderá hacer algún día con Las Meninas, tal como se hizo con algunas' pinturas mostradas en 1985 en la triste Europalia, obras que no deberían nunca haber salido de nuestros museos. Recuerdo todavía la exposición Cinco siglos de arte español celebrada en París en 1987, y la andanada de fotógrafos con sus bolsos en bandolera rozando la superficie de La mujer barbuda de Ribera, otro cuadro que jamás debería volver a viajar. Tiene razón, Francisco Calvo Serraler (EL PAÍS, 29 de septiembre) cuando al comentar mi libelo Contra el Guemica afirma que olvidé o menosprecié la capacidad destructiva de mis compatriotas. Añadamos en este caso la insensibilidad, la incultura y la estupidez, y nos quedaremos cortos. -
Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.