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Plaza de los suspiros

La plaza de Castilla es un sumario barroco de Madrid. Los juzgados la han convertido en el gran teatro del foro, enloquecido plató. Una simple inspección ocular concluye con esta sentencia: mucha gente pierde aquí el juicio. La plaza de autos (tráfico propenso a demoras, litigio permanente) es ya, por derecho, el mentidero de Madrid. No hay día que no salga en los medios de comunicación.Los abogados llevan tras sí mucha gresca, porque el Derecho vive de los reveses. Donde hay letrados, merodean espías y periodistas; donde merodean periodistas y espías, es que se ha montado el cirio; donde se monta el cirio, hay movida; donde hay movida, van lumis; donde van las lumis, acude el personal, y viceversa. Es decir, un gran espectáculo diario de acción, suspiros e intriga.

El discreto mirón puede observar cada mañana películas compulsivas en sesión continua. No sólo en los juzgados, también en la calle y bares aledaños se desarrollan secuencias reales de serie negra y esperpento, susurros, percebes, cañas, vinos, y bacalao con tomate, mucho tomate. Hay miradas de reojo, comentarios esotéricos, camareros que saben demasiado. Los adictos a manifestaciones y broncas tienen aquí un campo

magnífico de entrenamiento. A diario se presentan oportunidades variopintas para gritar a favor o en contra de alguien. Pero, sobre todo, es una ocasión, para ver cómo trabajan los fotógrafos y los cámaras de televisión, auténticos héroes de esta plaza. Son maltratados por guardaespaldas v villanos a sueldo, vilipendiados por grupos de gente airada. Pero ellos siguen, inasequibles al improperio y a los batacazos. Poca gente hay tan tenaz. Un cámara, experto en guerras y aventuras diversas; dice: "he pasado aquí más miedo que en Sarajevo". Las torres inclinadas aportan un matiz futurista. La estatua de Calvo Sotelo, melancólica, permanece ensimismada y ajena a los hechos.

Pasen y vean, señoras y señores. Esta es la Plaza de los Suspiros que, como casi todo en Madrid, está inconclusa, un tanto asilvestrada.

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