Así de claro
Últimamente, a lo largo de todo el verano, han venido dando información sobre las denuncias de afectados por el tratamiento sobre el cáncer según el método de Hammer. En principio, cuando veía una información de este caso, le daba de lado, puesto que el haber vivido esta experiencia me producía una gran desazón. Soy viudo de una mujer muy querida por mí durante 32 años que murió el 21 de diciembre de 1994 de cáncer, y que eligió ser tratada por el método de Hammer. Digo eligió, ya que había sido operada y tratada anteriormente con quimioterapia, y todos los tratamientos que entendemos como convencionales hasta ahora. Ella no creyó en éstos y quiso probar con la nueva medicina de Hammer; el desenlace ya lo conoce.El 24 de septiembre fue tratado por TVE en Informe semanal. Creo que es un asunto demasiado trascendente, que no se está tratando como tal, ya que si se ahondase un poco en las consecuencias de este sistema habría aspectos fundamentales de los que sé habla, acaso por no apreciarlos al no haber vivido esta experiencia tan dura. No digo cruel, porque la crueldad no está en el desenlace, sino en el diagnóstico, cuando se conoce por primera vez la sentencia de una muerte a corto plazo.El tratamiento de Hammer crea un grave complejo de culpabilidad en los más allegados al enfermo, ya que sienta la premisa de que el cáncer es consecuencia de un conflicto emocional. Normalmente, todos tenemos muchos tipos de conflictos en cualquier momento de nuestra vida, y éstos generalmente tienen que ver con las personas que más afectivamente nos rodean, por lógica. Cuando llega la muerte del enfermo nos quedamos pensando que nosotros y nuestros conflictos sin resolver hemos sido el desencadenante del cáncer y de su muerte. Así de claro.-
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