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Tribuna
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Gallardón

Me encuentro en estos días con algunas personas que dicen ser militantes o simpatizantes del Partido Popular y que critican a Ruiz-Gallardón, presidente de la Comunidad de Madrid, por algo que parece más una virtud que un defecto. Hasta tal punto le critican que don Alberto se ha visto obligado a hacer protestas de fidelidad al partido a que pertenece y a sus líderes.Lo que se censura en la actuación del presidente madrileño es que, según se dice, ha elegido o confirmado, para algunos cargos dentro de la Comunidad o de sus instituciones a personas que simpatizan con partidos adversarios del suyo, mientras que ha prescindido de otras personas que votaron su candidatura en las elecciones que le llevaron al despacho de la Puerta del Sol..

A mí me admira la capacidad que tienen algunas personas, que por cierto abundan en España, de criticar a la vez una forma de proceder y su contraria. Esos señores que ahora critican a Gallardón por no adoptar una actitud partidista a la hora de elegir a sus colaboradores criticaban antes a los socialistas porque, según ellos decían, no elegían más que a personas que llevaran "el carné entre los dientes".

Lo que en resumidas cuentas hacen esos críticos de don Alberto es pedirle que haga aquello que ellos mismos censuraban en otros. Y llegan en su crítica a poner en duda la lealtad de Gallardón al Partido Popular: Yo llamaría a esto falta de criterio porque este raro don consiste precisamente en distinguir lo que está bien de lo que está mal o, lo que es lo mismo, en darse cuenta de que no se pueden defender a la vez dos modos de comportamiento radicalmente opuestos entre sí.

No son capaces de comprender estos censores, debido a su falta de criterio, que lo que ha impulsado a Ruiz-Gallardón a actuar como ha actuado al tratar de encontrar a los mejores colaboradores ha sido un principio muy democrático: el de no excluir a nadie por razón de sus ideas políticas. O, como él mismo ha dicho, el principio de que el poder político derivado de los votos no debe conducir nunca a la intolerancia.

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