¿Venganza?
Leí con dolorosa atención en est periódico las entregas del libro o que el Rey me ha pedido, basadas n los diarios de Torcuato Fernández-Miranda, uno de los 345.815 artífices de la transición española. Sorprende, en primer lugar, que nos enteremos con 20 años de retraso de cosas que tanto nos concernían, pero esta impresión desaparece o se olvida cuando penetramos en el apasionante, aunque tortuoso y mezquino, proceso por el que Adolfo Suárez fue seleccionado para ocupar la presidencia del Gobierno. Parece que tanto Toercuato Fernández-Miranda como el Rey buscaban un hombre débil, sumiso, sin ideología y, a ser posible, sin ideas.Por suerte o por desgracia, el candidato salió rana. Pero lo importante es la constatación de que la jerarquía, por lo general, prefiere la sumisión a la inteligencia. Fíjense en el PSOE, por ejemplo, cuyo declive tiene mucho que ver con este modo de ejercer la autoridad: allá donde ponían el pie promocionaban lo más vil del cotarro, así se ven. "¿Hay alguien aquí capaz de pisar el cuello a su padre a cambio de una palmada en la espalda?", preguntaban. "Sí", respondía el jefe de Recursos Humanos, "fulanito de tal, pero es un zoquete". "Que nombren enseguida a fulanito".
De este modo eligieron a Roldán. "Necesitamos un tipo sin escrúpulos", dijeron. Así que alguien metió la mano en las cloacas y tapándose la nariz sacó a don Luis. La realidad conocida es el resultado de este modo de selección de personal. Lo que el Rey me ha pedido lo corrobora a cada línea. Lo incomprensible es que una hija y un sobrino de Fernández-Miranda publiquen algo que deja en tan mal lugar a su padre y tío, al Rey, a Areilza y al Consejo del Reino, que parece Un grupo de gente escapada del frenopático. ¿Se tratará de una venganza filial?
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