Brecht
Antonio Muñoz Molina es un escritor demasiado bueno como para necesitar llamar la atención haciendo méritos para convertirse en el enfant terrible de la izquierda intelectual española en el año 2000. Me refiero a su Otoño Brecht, en EL PAÍS del 27 de septiembre. He tenido la impresión de que los arreglos de cuentas con su propio pasado le enturbiaban demasiado el juicio literario. Todos tenemos derecho a arrepentirnos de las tonterías que hicimos a los 16 años, pero parece abusivo dar por sentado que todo el mundo hizo exactamente las mismas.¿Brecht simplifica en sus conflictos dramáticos? Hombre, y también Esquilo y Calderón, y también lo hacen en sus teorías científicas Darwin o Schródinger. La cuestión es si esas simplificaciones apuntan hacia la realidad, si la esclarecen. Walter Benjamín, que simplificaba menos -lo cual hace necesaria educación superior, o sea, más dinero, para llegar a su obra-, agradecía a su amigo Bert Brecht que le hubiera enseñado a pensar toscamente.
Cierto papanatismo intelectual necesita que Derrida señale con el dedo para descubrir que Marx es un clásico vigente. Espero que no nos pase algo semejante con Brecht, un "acontecimiento en la historia de la lengua alemana" (Heiner Müller), uno de los mayores dramaturgos y poetas en la historia de la literatura europea, un clásico que puede usarse sin instrucciones de uso, un marxista a quien puede leerse con la libertad de una mirada emancipada de la guerra fría. Entretanto, eso sí, al militar, y entomólogo prusiano Ernst Jünger lo premiamos con salvoconductos éticos. El viejo patriarca nazi está fuerte como un roble. Ya sé que simplifico. (Como sé todo lo que he ganado leyendo a Muñoz Molina, a Júriger y a Brecht).-
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