"Realojar a 895 familias en pisos es imposible a corto plazo"
Es la cabeza encargada de los planos y los ladrillos. Joaquín Gómez Martínez, de 46 años, arquitecto madrileño responsable de la gerencia de la Empresa Municipal de la Vivienda (EMV) desde 1993, y nuevo cogerente del Consorcio para los Realojamientos, acaba de recibir un regalo alusivo a su próximo cargo: un añejo diccionario de términos en caló. Lo va a necesitar, ya que a su despacho acudirán los representantes de las 895 familias chabolistas, la mayoría gitanas, pendientes aún de realojamiento.
Su nuevo cometido no parece amedrentarle, pese a tratarse de un puesto gafado por años de incumplimientos institucionales y las dimisiones de sus dos predecesores. "Es mucho más duro ser gerente de la EMV, tienes muchas más personas a tu cargo y un presupuesto de 12.000 millones de pesetas en inversiones; en el Consorcio hay mucho menos personal y todo es gasto corriente sin apenas inversión".
Dice no conocer el Consorcio. El único núcleo de infraviviendas que pisó una vez es el de La Celsa. Pero algo sabe de este organismo, ya que ha participado desde la EMV en numerosas negociaciones sobre la cesión de pisos para realojamientos.
Pregunta. ¿No va a resultar difícil asumir, el papel contrario al que ha desempeñado hasta ahora: ser quien reclama los pisos y no el que los concede? .
Respuesta. Espero haber dejado los suficientes amigos en esta casa [la EMV] para que no haya problemas cuando pida pisos.
P. Parece complicado eso de tomar decisiones entre dos.
R. A los arquitectos nos enseñan a trabajar en equipo y no creo que haya dificultades.
P. Durante el tiempo que ha sido responsable de la EMV, el Ayuntamiento y la Comunidad prometieron ceder cada uno 400 pisos para el Consorcio, pero el consistorio sólo ha aportado 129, y el Gobierno regional, 69 viviendas y 82 prefabricados. ¿Por qué se ha incumplido?
R. Lo acordado es destinar un 10% de los pisos de cada promoción de vivienda pública para el Consorcio. Todavía quedan 895 familias chabolistas censadas pendientes de realojamiento y, según esa proporción, haría falta un parque de 8.950 nuevas viviendas para cumplir los compromisos. Eso no se puede hacer en un año. En 12 meses, en Madrid no se entregan más de 10.000 viviendas nuevas entre pisos públicos y privados. Una empresa como la EMV acaba 1.500 pisos al año como máximo. Por parte del Ayuntamiento existía además el compromiso de levantar 130 casas en Cañada Real, pero el plan se paralizó.
P. Entonces, ¿cuál es la solución: los núcleos formados por casas bajas y prefabricados?
R. [Se queda un buen rato pensativo]. No lo sé. Si uno se fija un plan de choque de uno o dos años, la única solución es ésa; si el objetivo es a cuatro años habrá que ver la producción de viviendas de la EMV [municipal] y del Instituto de la Vivienda de Madrid Ivima, dependiente del Gobierno regional, aplicarle el 10% y el resto completarlo con asentamientos provisionales o definitivos.
P. Con el ritmo actual de producción de viviendas, ¿cuántos años harían falta para realojar a las 895 familias sin crear más campamentos? [ya hay 10].
R. Sería algo muy lento y no creo que se pueda esperar todo ese tiempo estando esta gente en las condiciones en que está.
P. La Federación Regional de Asociaciones de Vecinos (FRAVM) plantea que a las cooperativas de vivienda se les ponga como condición para obtener terrenos municipales que asuman un porcentaje de realojamientos. ¿Podría ser una salida?
R. Podría ser. Eso puede servir para gente de pisos públicos ya muy integrada que quiera acceder a este régimen general.
P. Cada asentamiento chabolista tiene sobre sí unos planes urbanísticos para la zona. ¿No cabe el riesgo de que se utilice el Consorcio para liberar esos suelos sin otras consideraciones?
R. Existe una preocupación social en las instituciones. De hechó, el 90% del Consorcio son maestros, educadores y trabajadores sociales.
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