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Reportaje:

La Liga del "no le"

Cientos de niños y padres se reúnen los domingos en el Rastro para intercambiar cromos de fútbol

Elsa Fernández-Santos

En la plaza del Campillo, en una esquina del Rastro madrileño, Laudrup vale un cromo; Caminero, dos, y Freddy Rincón, 25. La plaza se convierte cada domingo en la plaza del "si le [tengo]" y el "no le [tengo]". Cientos de niños, acompañados por sus padres, tíos o abuelos, intercambian cada fin de semana sus cromos de fútbol de la Liga 1995-1996. Con las colecciones revueltas en bolsas de plástico, ordenadas en tacos o clasificadas por equipos en cajas de zapatos los niños se mueven como lagartijas entre las piernas de los mayores en busca de lo que no tienen. Paco, de siete años, trajinaba ayer con otro niño de su edad. Con un taco de unos cien cromos en la mano, el niño pasaba a toda velocidad las estampitas mientras el otro replicaba a la misma velocidad: "si le, si le, no le...". Después de una inaudible discusión entre los dos niños, Paco alargó la mano hacia su madre con un cromo en la mano: "Tacha, mamá. Correa, fichaje". El niño logró ayer una de sus estampitas más buscadas: la del delantero centro del Real Madrid, Iván Zamorano. "Lo he sacado a cambio de un sólo cromo". Su empeño ahora se centra en Caminero. "Soy del Atlético de Madrid y del Real Madrid, según", añade sin reparos. Eva, su madre, con una lista en una mano, y un lápiz en la otra, realiza con entusiasmo su función: la de tachar y organizar las adquisiciones de su hijo. El fin de semana pasado Eva y Paco tuvieron entre sus manos al jugador más deseado de la plaza del Campillo: el madridista Freddy Rincón. "Lo cambié por 25 jugadores".

En el Rastro se han pagado hasta 1.000 pesetas por Rincón. «A mi hijo le tengo totalmente prohibido aceptar dinero por los cromos", dice un padre. "Si jugara con dinero no le dejaría venir. Eso sería otro juego", añade.

"No lo puedo evitar, pero creo que me divierto más que él", explica María José, que con sus hijos como pasivos espectadores cambia con otra madre. "Es muy divertido y a veces es inevitable pagar". Por la plaza también se acerca algún abuelo solo. "Es que mi nieto vive lejos y hoy no podía venir: Yo le busco los cromos que le faltan y ya se los daré".

"No puedo decir mi nombre. Mis padres se creen que estoy jugando al fútbol. Pero a mí me divierte esto mucho más", dice un niño que busca, con una amiga, a Laudrup. "El más guapo", dice ella. Los grupos de intercambio se mezclan unos con otros. Ninguno es de más de cinco personas. Niñas con vestido de domingo, gitanillos y adolescentes se unen por su objetivo común: completar su álbum con todos los jugadores; en total, unos quinientos cromos, que se venden en los quioscos por 30 pesetas el paquete de seis.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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