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Un juego peligroso con el crucifijo

Quien siguiera creyendo que la protesta, contra la sentencia del Tribunal Constitucional alemán sobre el crucifijo en las aulas de Baviera no era más que una tormenta en una pila de agua bendita, está equivocado. La gran manifestación del último fin de semana en Múnich puso en evidencia ante todo el mundo que el alma del pueblo todavía bulle, especialmente en el biotopo profundamente católico de Baviera. Está claro que quienes se manifestaron en tan elevado número no pueden desprenderse de la sensación de que se les ha arrebatado repentinamente algo familiar, una antiquísima tradición. Esto explica las emociones encendidas, la cólera por la sentencia del Tribunal Constitucional, pero nada mas.Es preciso criticar que ni siquiera la jerarquía de la Iglesia católica, y sobre todo el cardenal Friedrich Wetter, se hayan tomado la molestia de presentar el debate de forma objetiva. Con su contumaz resistencia ante el pretendido "edicto de intolerancia." del Tribunal Constitucional de Karlsruhe, atizan aún más las emociones.

Un juego peligroso. Con el sentimiento cierto de hablar en nombre de la mayoría atacan al mismo tiempo la que quizá sea la regla de juego más importanite para posibilitar una convivencia pacífica en una sociedad pluralista: la neutralidad ideológica del Estado, que no significa ni carencia de valores ni indiferencia frente a la religión. 25 de septiembre

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