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La cálida elegancia de Catherine Deneuve

La actriz francesa recibe en San Sebastián el reconocimiento a toda su carrera

Rocío García

La frialdad la ha dejado definitivamente a las puertas de la suite. Catherine Deneuve es bella, cálida, seductora y, sobre todo, inteligente. Rechaza considerarse la dama del cine europeo y sólo se niega a contestar a la pregunta sobre la reanudación de las pruebas nucleares francesas en Mururoa -"un encuentro con la prensa y un festival de cine no son los sitios adecuados para hablar de temas políticos"-. Incluso ironíza con elegancia ante la noticia de que ha cobrado 2,5 millones de pesetas por asistir al Festival de Cine de San Sebastián, donde ha recogido un premio que conmemora el centenario del cine. "¿Cuánto son dos millones y medio de pesetas?". Cuando reconvierte la cifra en francos franceses, afirma sonriente: "Estaría dispuesta. Bueno, ya más en serio. Si aceptara dinero de todos los festivales a los que voy sería muy rica. Además, para el Festival de San Sebastián sería un poco peyorativo, ¿no?".Catherine Deneuve ha presentado en San Sebastián su última película, O convento, del portugués Manoel de Oliveira, un director al que confiesa admirar muchísimo. "Su trabajo me parece muy interesante. Sus películas son especiales, tocan un mundo espiritual, corno el del universo de Buñuel".

A sus 52 años, la protagonista de Belle de jour, Tristana o Repulsión dice que la clave del secreto de su belleza está en sus genes y en los cuidados diarios. "Si usted conociera a mi madre, lo comprendería", contesta. "Tengo muy buenos genes y además me cuido mucho. Hay un periodo de la vida en el que no hace falta cuidarse; luego hay que cuidarse de vez en cuando, y ahora, prácticamente a diario".

Confiesa reconocerse en su imagen de mujer distante, casi de hielo. "Es verdad que siempre se han referido a mí con este calificativo, aunque creo que se comentaba más antes que ahora. Todo el mundo tiene varios rostros de su personalidad y esconde un halo secreto. Yo, por supuesto, también. Esta especie de frialdad, que reconozco, me sirve para protegerme. Soy muy cálida con mis amigos e intento rehuir un poco del precio que hay que pagar por la flama".

Catherine Deneuve no quiere ser la dama del cine europeo -"no me gusta la palabra dama, y además es peligroso aceptar ser catalogada"-, aunque dice que nunca ha tenido ganas de instalarse en Estados Unidos. "Es cierto que he sido muy feliz haciendo películas allí, pero en ningún momento he encontrado adecuado quedarme".

Sigue muy atentamente las discusiones sobre la fuerza del cine norteamericano en Europa y las posibles soluciones, aunque reconoce que no participó de manera activa el año pasado durante las discusiones de los acuerdos del GATT. "Soy algo reticente a participar o a involucrarme en organizaciones o discusiones de tipo político. No es que sea fatalista, porque creo que se pueden hacer cosas, pero me da la impresión de que la lucha es un tanto desproporcionada. De todas maneras, yo soy actriz, y no productora, y por eso tampoco me siento tan involucrada. Ya hay actores, corno Gérard Depardieu, que también es productor, que representan a Francia de una manera eficaz en esta lucha, una lucha que es difícil en la medida en que las multinacionales norteamericanas no sólo controlan la distribución en Europa, sino también muchas de las salas de exhibición. Parece quizá un poco tarde. De todas formas habrá que estar atentos y vigilantes para, en la medida de lo posible, fomentar la representación del cine europeo, porque si no nos vamos a encontrar con un absoluto dominio del cine norteamericano, que, por otra parte, me gusta y lo encuentro muy atractivo".

Se muestra feliz por el reencuentro del público norteamericano con Belle de jour, el título de culto de Buñuel actualmente en las pantallas de EE UU, y dice que lo primero que le decide a entrar en una película es el director; luego, el guión, y por último, el personaje. "Evidentemente, si se trata de un director joven, lo que predomina a la hora de realizar la elección es el guión. Trabajar con un joven director supone un cierto riesgo, pero es un riesgo que merece la pena".

Sin embargo, esa actitud idílica de la mañana cambió radicalmente por la tarde. La actriz hizo esperar 45 minutos a los fotógrafos, para los que posó durante 45 segundos, con lo que consiguió una gran pitada. En la conferencia de prensa ante todos los medios de comunicación, tras este encontronazo con los fotógrafos, estuvo llena de frialdad y malas caras.

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