Seaborgium, dubnium y rutherfordium
Los nombres de media docena de nuevos elementos químicos artificiales han desatado una curiosa guerra científica entre EE UU, Rusia y Alemania; aunque las partes han acordado volver a la mesa de la paz, es probable que los plumajes sigan erizados por algún tiempo. Las sustancias en cuestión, de los números 104 al 109 en la tabla periódica de los elementos, han sido creadas durante los últimos 20 años en laboratorio. Sólo se han generado unos cuantos átomos en cada experimento, y todos ellos se desintegran inmediatamente. Interesan sobre todo a los físicos y químicos que investigan los límites de la fabricación de núcleos atómicos pegando protones y neutrones.La denominación formal de estos elementos poco importa, para la ciencia, pero los nombres pesan mucho en el prestigio personal e institucional.
La tempestad (en un vaso) comenzó en marzo de 1994, cuando los descubridores del elemento 106, del laboratorio Lawrence Berkeley (California), anunciaron que lo habían bautizado con el nombre de seaborgium, en honor del premio Nobel Glenn T. Seaborg, ex director del centro, premio Nobel de Química en 1951 y codescubridor del plutonio y de otros seis elementos hechos por el hombre. Por tradición, los descubridores de un nuevo elemento tienen derecho a elegir el nombre. Seaborgium. fue aceptado por la Asociación Americana de Química.
Pero el año pasado, una comisión de la Unión Internacional de Química (UIQ) sacó una lista de nuevos nombres en la que el elemento 106 se llamaba rutherfordium, en honor de Emest Rutherford, pionero de la física atómica. Mientras tanto, en EE UU ya se había dado el nombre de rutherfordium al elemento 104.
Otro cambio que enfureció a los científicos de Berkeley fue la decisión de denominar dubnium al elemento 104, en honor al Instituto de Investigación Nuclear de Dubna (Rusia). La Sociedad Americana de Química adujo que los nombres adoptados en EE UU se han utilizado frecuentemente en publicaciones científicas y referencias, y el cambio de nombre obligaría a una revisión completa.
La razón aducida por la UIQ para eliminar el nombre de seaborgium de la tabla periódica era que Seaborg está todavía vivo, pero al mismo respondió que tanto el einstenium como el fermium (elementos 99 y 100, en honor de Albert Einstein y de Enrico Fermi) se nombraron en vida de ambos. Pero los nombres fueron clasificados como secretos en aquel momento, ya que esos elementos eran subproductos de las explosiones nucleares.
Los científicos de Berkeley se tomaron esto como un ultraje y la bronca alcanzó su punto álgido el mes pasado, cuando se reunió un comité con representantes de Alemania, Rusia y EE UU, los tres países que han creado todos los nuevos elementos, desde el 93 (neptunium) en adelante. Se alcanzó un compromiso en que el elemento 106 se mantendría como seaborgium; pero el 104 se convertiría en dubnium. La UIQ ha anunciado que su lista original de nombres ha cambiado de "definitiva" a "provisional" y que se celebrará una reunión en 1997 para zanjar definitivamente la controversia.
Los alemanes descubrieron el año pasado dos nuevos elementos, el 110 y el 111, cuyo bautismo todavía no ha entrado en la guerra de los nombres. Seguramente, si se les reconoce el derecho a nombrar estos elementos, Alemania no se opondría a los cambios propuestos por la Unión Internacional para rebautizar los elementos del 104 al 109, que incluye el cambio de un nombre alemán para el 109: hahnium (en honor de Otto Halín), por joliotium (en honor de Frederic Joliot). El elemento 108, provisionalmente denominado hassium, pasaría a llamarse hahnium.Copyright The New York Times.
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