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Las organizaciones de inmigrantes califican de burla y trampa la regularización de este año

Milagros Pérez Oliva

La organizaciones no gubernamentales de ayuda a los trabajadores inmigrantes consideran una burla y una trampa las normas establecidas por el Ministerio de Justicia e Interior para tramitar este año los nuevos permisos de trabajo y residencia. El Gobierno ha establecido un cupo de 8.000 nuevos permisos, frente a los 20.600 del año pasado, pero exige unos requisitos para su tramitación que, en opinión de estas organizaciones, constituyen una expulsión encubierta de los trabajadores que pretendan regularizar su situación: tienen que demostrar tener trabajo y, sin saber siquiera si serán admitidos en el cupo o no, volver a su país para solicitar el visado y esperar a ser llamados si los aceptan.

Cáritas cifra en unos 400.000 el número de inmigrantes que hay España en estos momentos en situación irregular, aunque otras fuentes estiman que son algo más de 200.000. Por cada plaza del cupo hay pues 50 posibles aspirantes teóricos. Teniendo en cuenta que quienes aspiran a la regularización es porque tienen trabajo, y que muchos de ellos lograron llegar a España tras sortear enormes dificultades, muy pocos se arriesgarán a volver a su país para tramitar el visado sin tener antes garantías de poder volver. "Cómo va a someterse a estas condiciones un trabajador que haya arriesgado su vida en una patera para poder venir", indicaba un consultor del Centro de Información para Trabajadores Extranjeros (CITE) de Barcelona, organismo creado por el sindicato Comisiones Obreras.Tras la regularización de 1991, de la que se beneficiaron algo más de 100.000 inmigrantes, el Gobierno ha aplicado cada año unos cupos cada vez más reducidos y en condiciones restrictivas. En 1993 se concedió un cupo de 20.600 nuevos permisos de residencia "que no llegaron a completarse por las dificultades de tramitación"', según indicó ayer Feliciano Biskit, del CITE. En 1994 se concedió otro cupo de 20.600, todavía pendiente de algunos flecos, pero este año la cifra se ha reducido a 8.000, y con exigencias más duras.

Castigo al trabajador

"Ya en los años anteriores se planteó la tramitación como una especie de castigo al trabajador inmigrante, pues se le exigía aportar toda la documentación, acreditar tener un trabajo y luego viajar a su país para tramitar el visado. Pero en este caso, al menos, el trabajador sabía, antes de viajar, si estaba o no admitido en el cupo, con lo que el trámite del visado se convertía en una penalización, pero no comprometía su permanencia en el país", indica Miquel Pajares, de la organización SOS-Racismo.La penalización no era, sin embargo, una cuestión baladí. "Muchos trabajadores que estaban en condiciones de hacerlo no pudieron regularizar su situación porque no tenían dinero para hacer el viaje", señala Pajares. "Ahora la cuestión es mucho más grave, porque tendrán que ir a solicitar el visado sin saber si serán admitidos o no, con el riesgo de no entrar en el cupo y tener que quedarse en su país, cuando muchos llevan ya aquí muchos años y han traído incluso a su familia".

Éste es el caso de M. L., un trabajador de origen marroquí afincado en el Maresme que lleva en España nueve años. Vino después de pagar una cantidad para él enorme a una organización clandestina que le facilitó la entrada, aunque tuvo que sortear tantas dificultades que en algunos momentos llegó a temer por su vida. A los cinco años consiguió que viniera su hijo mayor, que ahora tiene 21 años, y luego su mujer y sus otros hijos.

Llegó a conseguir permiso de residencia, pero lo perdió porque en el momento de hacer la renovación anual, se encontró con que el patrón había reducido plantilla y, aunque luego volvió a emplearlo, no le hizo los papeles.

Ahora querría regularizar de nuevo su situación. Sabe que si logra el permiso, y consigue renovarlo durante cinco años consecutivos, le darán otro por cinco años. Y eso sería un factor de estabilidad muy importante para su familia.

Él es uno de los afortunados emigrantes con trabajo, pero no se arriesgará a ir a Marruecos a solicitar el visado si no está seguro de que le van a admitir en el cupo. Y nadie le da esa garantía.

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