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El gran superviviente

Al mando de un cazabombardero, al timón de su yate o desde el trono de Jordania en los momentos más azarosos de las últimas cuatro décadas, el rey Hussein irradia invariablemente la imagen de un conductor sereno frente a las más furiosas y traicioneras tormentas de Oriente Próximo. Su proverbial jovialidad produce el mejor antídoto contra los malos presagios. No en vano el rey Hussein se ha hecho, pues, merecedor del título de "el gran superviviente".En una parte del mundo donde las omnipresentes intrigas inspiran epitafios anticipados, el reino hachemí de Jordania puede jactarse de una estabilidad sin parangón. Hussein lleva 43 años en el mismo trono, al cual ascendió el 11 de agosto de 1952, a la edad de 17 años, para reemplazar a su padre, Talal, que abdicó víctima de la esquizofrenia. Fue una misión titánica y no sólo por las exigencias de un país que entraría en guerra tres veces contra Israel y sobre el cual sus poderosos vecinos, Irak, Arabia Saudí, Egipto y Siria, jamás disimularon sus vanas ambiciones de hegemoníá total. Al igual que su récord mundial de permanencia en el poder, resulta incuestionablemente admirable su habilidad y fortuna política para salvarse de las conjuras de sus enemigos. Prácticamente es imposible de terminar con exactitud cuántas veces ha estado a punto de ser eliminado, como lo fue su abuelo, el rey Abdala; a manos de un asesino palestino en la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén. Hussein se ha librado de balas, bombas y el envenenamiento y ha su primido sublevaciones con una mezcla de firmeza y misericordia poco común en la zona.

Más información
El rey Hussein de Jordania, premio Príncipe de Asturias de la Concordia

Si la paz que firmó con Israel el 16 de octubre pasado le ha catapultado a una nueva dimensión histórica, su reconciliación con Occidente y los países del Golfo que se sintieron traicionados por la solidaridad jordana con Irak en 1991 abre para el reino una prometedora etapa cuyos beneficios económicos pueden afianzar la figura de Hussein como padre de beduinos, palestinos, circasianos y, por supuesto, de los descendientes de Hiyaz, su vínculo directo con la familia del profeta Mahoma.

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