ALEX, O MARÍA, CUMPLE 15 DÍAS

Mientras Hubertus y Patricia, la pareja de chimpancés, tomaba el té en una ceremonia diaria al más puro estilo inglés, puntualidad incluida, nacía en el zoológico de Santillana del Mar un orangután de Sumatra, el primero que ve la luz en España de una pareja en cautividad y uno de los escasos ejemplares en peligro de extinción que lo hace en Europa, donde sólo existe un centenar repartido por los parques adscritos al Programa Europeo de Especies en Peligro de Extinción (EEP). De todas formas, estos simios no son los únicos de este zoo situado entre la cueva de Altamira y la famosa ciudad medieval, el mejor proyecto de José Ignacio Pardo de Santayana, un ingeniero de Caminos que renunció a la docencia en la Escuela de Santander para dedicarse enteramente, junto con su mujer, Maribel Angulo, a convertir la ribera de un arroyo en uno de los zoológicos más peculiares. Álex o María serán los nombres que se le impongan cuando los cuidadores del recinto puedan averiguar el sexo del recién nacido, que ayer cumplió 15 días. Desde su nacimiento sólo ha sido posible verlo, pues su madre no lo ha soltado ni un minuto y los cuidadores no han podido entrar en su amplia jaula. Sus padres, de 30 y 32 años, llegaron a Cantabria el 16 de diciembre pasado procedentes del zoo de Bristol (Reino Unido) y se tenían escasas esperanzas de que se reprodujeran, pero a los nueve meses de su llegada a España tuvieron su retoño. En Santillana, además de un insectario donde viven en libertad más de 100 mariposas de 20 especies y de la variada gama de animales que hay en todo zoológico que se precie, sobre todo aves y grandes mamíferos, hay algunos ejemplares peculiares, como los titis pigmeo, los monos más pequeños que existen, que suelen pesar un cuarto de kilo y sólo alcanzan unos 20 centímetros de altura, o el bisonte europeo, enemigo y alimento de los primitivos habitantes de la zona de Altamira. Pero María, o Álex, no saldrá a jugar con los otros pequeñajos del recinto, pues los orangutanes no se sueltan de su madre hasta los seis o siete años. Quizá entonces puedan sus padres tomar el té, como sus parientes los chimpancés, todos los días a las cinco en punto de la tarde.-