Esclavitud infantil

Cuando los ecos de la masiva evacuación de refugiados de Ruanda y Burundi ya parecen estar acallados (al igual que ya nadie recuerda los refugios de Somalia), un nuevo fenómeno, aunque antiguo en África, ha renacido con la esclavización de niños desamparados en campos de refugiados. La costumbre en África es que los niños, desde corta edad, contribuyen a la economía familiar trabajando duramente en las tareas agrícolas. En los campos de refugiados la situación puede ser aún más crítica, pues los niños son empleados para transportar agua y leña para hacer fuego, recogidos a muchos kilómetros de distancia del campamento. Si además el niño es adoptado, algunas de las familias adoptivas no sólo ignoran los derechos del niño, sino que además emplean la violencia para anular su voluntad y libertad y convertirlos en esclavos virtuales. A modo de ejemplo, una niña escapó recientemente de su familia adoptiva que la consideraba su esclava. Escapó cuando querían obligarla a casarse con uno de los hijos, que resultaba ser el autor de la muerte de la propia familia de la niña durante el genocidio del año pasado.

Las organizaciones internacionales han sido advertidas de este problema, y lógicamente la Unicef ha reaccionado inmediatamente tan pronto que informes de estos casos llegaron a su conocimiento. Independientemente del genocidio de Ruanda y Burundi, ¿cómo puede el ser humano impedir que la esclavitud siga existiendo?-