Aclaración de Miguel Boyer
Su periódico del 9 de septiembre, al dar cuenta de mi intervención del día anterior en un seminario de la Universidad Menéndez y Pelayo, en Santander, recoge mis críticas -que mantengo- al ranking de países según su "competitividad" que publica anualmente el World Economic Forum, junto Con unas formas expresivas que lamento y rectifico. La cuestión surgió marginalmente -no tenía que ver con el contenido de mi ponencia sobre el liberalismo- por la pregunta: de un asistente, y mi dura forma de expresarme no estaba destinada a salir del reducido ámbito de un seminario reservado a alumnos matriculados y sin presencia de la prensa, ni de otros medios de difusión. El World Economic Forum es una institución seria y prestigiosa donde tengo buenos amigos -el ex presidente del Gobierno francés Raymond Barre y el doctor Schwab- y lamentaría que se sintiesen ofendidos por mis críticas, aunque conozco su apego a la libertad de expresión y más en un medio universitario.Sin embargo, debo reafirmar que su ranking de países -además de no tener nada que ver con los conceptos de competitividad que se usan en teoría económica- me parece falto de rigor y paradójico, y que, por el reconocido prestigio de los otros trabajos del World Economic Forum, es susceptible de dañar a un cierto número de países, si los inversores llegaran a tomarlo como guía.
Fue la preocupación de que esto ocurra la que me hizo emplear expresiones injustamente fuertes. Con indicadores rigurosos para medir la capacidad o la situación económica de los países -por ejemplo, el de PIB por habitante en términos de paridad de poder adquisitivo no es posible que, de un año para otro, ocurra, como en el ranking del World Economic Forum, que Francia e Inglaterra puedan caer cuatro puntos y España tres. No es posible que en los años anteriores, mientras se devaluaba tres veces la peseta y la medida rigurosa de la competitividad española, según el tipo de cambio real, se recuperaba notablemente, España perdiese lugares. No me creo que Italia, España y Portugal sean menos competitivos que Tailandia y Egipto. Lo mismo que me parecía absurdo que Gran Bretaña ocupara en 1994 el lugar 35º sobre 41 países en cuanto a "energía y entusiasmo de la población", mientras que Sitigapur -economía de tres millones de habitantes, Gobierno autoritario y con buena panoplia de subvenciones a la exportación- saltaba a todos los países, menos a Estados Unidos, por "la capacidad de organización y de trabajo de su población y su actitud positiva hacia la vida". ¿Pueden estas características dar un salto de un año a otro? Tenla razón el Financial Times del 7 de septiembre de 1994 al calificar de enigmáticos e impresionísticos, los resultados del ranking.
No obstante, lamento de nuevo las formas incorrectas -que no son de mi estilo-, pues, como dijo Unamuno, cantando un mea culpa, "se puede decir lo que uno piensa sin poner motes". Por ello le ruego que reproduzca estas líneas en el diario de su digna dirección.-
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