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El lucro cesante

Emilio Lamo de Espinosa

He de decir que no me interesa nada el principio male captus bene detentus; me importa un comino si el sello era del Gobierno de Tailandia o de la ciudad de Singapur, y no veo interés en el organigrama, del Cesid o en saber con quién despachaba su jefe en 1984. Pero sobre todo no puedo soportar la perspectiva de otro año más viendo al juez Garzón subir y bajar escalera a medida que cambia el terno veraniego por el de entretiempo y éste por la gabardina o la zamarra para volver otra vez al modelo estival; otro año más observando las masas de fotógrafos que esperan a la puerta de la Audiencia o de la plaza de Castilla a que pase un "presunto" cualquier cosa; a los cámaras persiguiendo ansiosos y con riesgo de su vida la imagen de un recién salido / entrado en prisión; a las interpretaciones (con organigrama incluido) acerca del orden de sustitución de su lentes de jueces de guardia; a disquisiciones bizantinas sobre lo que es una exposición motivada" o una "filtración constitucional" (al parecer, éstas no son filtraciones); y menos aún a argumentos sobre la "gobernabilidad" en medio de este maremagnum de ingobernabilidad. Lo siento, pero nada de esto me interesa ya y sospecho que a la mayoría de los ciudadanos les ocurre otro tanto, razón por la que es probable que hayan decidido olvidarse de la "política", si es que a lo que nos pasa puede llamarse tal cosa. Y, sin embargo, parece que éste es nuestro destino.

¿Qué ha dicho la junta de fiscales? ¿Cuándo se reúne el pleno en la Sala Segunda? ¿Conseguirá Garzón el acta fundacional de los GAL? ¿Implica Perote al presidente? ¿Informó Maglano? ¿Quién es el juez instructor? Conecten mañana a la misma hora para saber la respuesta y los comentarios de nuestros comentaristas. Y a la misma hora sabremos que Manglano no "informó" pues "dio parte"; o quizás sólo "anotó"; e incluso podría tratarse de una mera "observación reservada" o un simple "comentario informal". La retórica nos domina y el único problema es ponerle etiqueta adecuada a las cosas. ¡Dios mío, dónde han quedado las cosas! Rememorando a Ortega habría que decir: españoles, a las cosas.

Pues todo modo de ver es un modo de no ver y así lo preocupante hoy (más de año y medio después del comienzo de este viacrucis), lo absolutamente intolerable ya no son los acontecimientos que nos abruman, sino que ello nos impide ocuparnos de las cosas, lo más preocupante, es la

misma preocupacion que, al fascinarnos con el daño emergente, nos hace olvidar el lucro cesante ,la ocasión perdida, el tiempo que pasa, los muchos problemas, las cosas que nadie atiende.

Ése es el mayor daño que los responsables políticos de este país le están causando, ésa es la "corrupción" actual, presente, diaria, de la política. Pues hace año y medio que no hay Gobierno, ni calendario, ni perspectiva, ni planificación privada o pública, ni estabilidad, y todo aparece embrollado. Y así los inversores dependen del presupuesto, pero el presupuesto depende del calendario electoral el calendario de la Sala Segunda, y la Sala Segunda de las declaraciones de cualquier inculpado. De modo que la agenda política nos la fijan los inculpados, sus declaraciones y sus revelaciones. ¿Quién hace política en este país? Perote, Amedo, Manglano...

¿Puede un país continuar así? Por supuesto que puede; faltaría más y ahí está Italia para demostrarlo. Pero eso sólo muestra el buen sentido de los españoles, no el buen hacer de sus actuales gobernantes. Pues mientras que nos empapamos hasta la saciedad de todo lo que sucede no vemos lo que no es suceso: que el paro es el más alto de Europa y la tasa de actividad de las más"bajás; que la competitividad de la economía se hunde; que las jóvenes siguen abortando ilegalmente; que la justicia es una mala broma; que los pescadores siguen en tierra (y la nacional III sigue sin acabar) y la sociedad se crispa. Este es el verdadero coste del desgobierno actual, no del desgobierno pasado. Y si aquél no podemos remediarlo, por favor, remediemos éste lo antes posible separando de una vez (faltaría más) el gobierno de todos de los avatares legales de unos pocos.

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