¿Somos buitres de la información?
El Defensor del Lector ha recibido algunas llamadas anónimas de teléfono insultando a los redactores de este diario: "Dígales que son unos buitres que aman cebarse con las muertes, incluso antes de tener la certeza de los hechos".Otros, al revés, se han congratulado con el diario por haber optado por el rigor y la prudencia en una información que tanto podía afectar a los familiares de los interesados. Este diario fue precisamente el único de los grandes diarios nacionales que la mañana del jueves salió a la calle con el título Un embajador, un general y un comandante españoles, dados por muertos en Bosnia. Todos los demás anunciaban rotundamente su muerte. En la entradilla de EL PAÍS se justificaba la prudencia en el titular por el hecho de que "nadie ha podido reconocer los cadáveres". Y en la información interna se decía: "A pesar de las intensas gestiones realizadas, ayer no se pudieron confirmar oficialmente las tres muertes".
Sí, una buena noticia
Móstoles: Pozanco; Bermejo, Aguilar (Martínez, m. 52), Goyo, Juanma; Barba, Félix (Carretero, m. 58), Prieto, Enrique (Herrero, m. 76); Blanco y Yima.Mensajero: Moisés; Javi, Molina (Uva, m. 76), Modesto, Portela; Miguel, Suso, Márquez (José, m. 86), Puente; Luciano y Fidalgo (Hemández, m. 44). Arbitro: Hernández Velázquez. Tarjetas amarillas a los locales Blanco, Juanma y Carretero; a los canarios Suso, Puente, Portela, Luciano, Molina y Márquez. Enseñó tarjeta roja directa a Moisés en el minuto 44. Goles: 0-1. M. 20, Suso. 1-1. M. 32, Yima. 2-1. M. 63, Blanco. 2-2. M. 80, Miguel. 3-2. M. 86, Carretero.
El viernes pasado un diario de la capital se hacía eco de la "indignación" de la familia del general José García Esponera por el tratamiento que los medios de información habíamos dado a las supuestas muertes de los tres observadores españoles en Bosnia.
Los familiares ponían de relieve -según dicho diario- que "no se pueden dar las noticias así como así, sin pensar en las consecuencias. No se dan cuenta que están jugando con los sentimientos y el dolor de los familiares y los amigos. Los medios de comunicación deberían tener más sentido común antes de difundir una noticia que todavía no ha sido confirmada".
¡Una verdad como un templo! Y de hecho uno de los familiares ha resaltado la circunstancia de que este diario haya sido el único que no mató antes de tiempo a su hermano.
Este departamento no tiene ninguna autoridad para enjuiciar el trabajo hecho por otros compañeros periodistas. Pero sí quiere contestar a las injustas acusaciones hechas por supuestos lectores que colgaron el teléfono insultándonos, sin atreverse a revelar sus nombres. Uno de los lectores que sí se identificó, José Luis Regas, de Barcelona, ha preguntado al Defensor del Lector cuáles habían sido los motivos que llevaron a EL PAÍS a distanciarse de la otra prensa al dejar entrever en su título de primera que no existía confirmación oficial de dichas muertes. Ha preguntado si nuestro diario había gozado de "información privilegiada" para dejar abierta la cuestión y cuáles son los mecanismos internos por los que se llega, en casos como éstos, a la decisión final de formular un título comprometido que roza problemas de ética de la información al estar jugando con la hipótesis de la posible muerte de ciudadanos. "¿Quién toma en esos casos la última decisión?", ha preguntado.
El defensor del lector vivió aquella noche en primera persona cómo se llegó a tal decisión, por lo que puede confirmar dos cosas: que no hubo ningún tipo de información privilegiada y que la decisión no fue fácil. El diario estuvo, como todos los otros medios de información, en contacto continuo con todas las fuentes oficiales, tanto españolas como extranjeras, sin poder obtener ningún tipo de confirmación sobre la identificación de los tres observadores españoles, incluso cuando los serbobosnios habían confirmado su muerte. De ahí la dificultad en acertar con el título. La decisión final, tomada por el director adjunto José María Izquierdo, el máximo responsable del diario esa noche, fue fruto de consultas con otros dos subdirectores y varios redactores jefe del periódico. Y la verdad es que no fue fácil la decisión, ya que existía el miedo de pecar de prudentes cuando todas las televisiones del mundo daban por cierta la muerte de los observadores.
El director adjunto José María Izquierdo explica así lo que le movió a tomar tal decisión final, que tenía en cuenta tanto las normas de rigor de este diario a la hora de dar una noticia como cierta cuando no existen confirmaciones oficiales como el debido respeto para con los familiares de las supuestas víctimas:
"En caso de duda, haz periodismo. Esta frase era la habitual recomendación de uno de los periodistas más importantes que ha tenido este diario, y que ha sido -lo es aún- referente profesional obligado para muchos de los que aquí trabajamos. La decisión de esa noche fue, en el fondo, sencilla. Bastó aplicar la norma básica en este oficio de no dar por cierta aquella información que no haya sido suficientemente contrastada. Así que, de los datos que teníamos, el título venía casi obligado: Un embajador, un general y un comandante españoles, dados por muertos en Bosnia ". Y añade: "Únase al razonamiento profesional el puramente humano, que de muertes estábamos hablando. En la página 3 del periódico de ese mismo día, la esposa del general José Luis García Esponera nos daba a todos una inapreciable lección de dignidad y entereza, posteriormente demostrada en otros medios de comunicación. La esposa del militar, como el resto de familiares de los hasta ese momento sólo desaparecidos, tenían todo el derecho a que respetásemos -e incluso compartiéramos- su esperanza de que seguían con vida. Ellos, como todos nuestros lectores, se merecen el rigor y el respeto a sus sentimientos. El ejercicio de esta profesión no se mide por la prontitud en publicar las esquelas".
Otro lector se ha maravillado de que el viernes este diario haya dado a cinco columnas la buena noticia de la posibilidad de que los cinco observadores de la Unión Europea en Bosnia dados por muertos estuvieran vivos. "¿No dicen ustedes que en periodismo sólo las malas noticias son noticias?", se preguntaba el lector.
Es verdad que, como norma general, las buenas noticias tienen periodísticamente menos interés que las catastróficas. Porque, además, el deber de los medios de información es el de ser la conciencia crítica del poder, por lo que es lógico que los lectores exijan que se les revelen y denuncien los presuntos atropellos cometidos contra los ciudadanos. Y ello no suele constituir noticias agradables. Pero, como ya había indicado en otra de las columnas de este departamento del Defensor del Lector, una de las normas de buena ética periodística es la de huir de dogmatismos y fanatismos. Y dogmatismo sería pensar que una noticia, por el mero hecho de ser buena o positiva, deja de ser noticia y, por tanto, digna de ser destacada. En esta ocasión, nuestro diario -como, por lo demás, la mayoría de los otros periódicos españoles- ha querido demostrar que hay casos en que una noticia buena, como la feliz resurrección de los observadores europeos en Bosnia, es una noticia que merece la apertura a toda página de un diario. Por eso, hasta nuestro editorial se titulaba Gran noticia, que era corno decir buenísima noticia.
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