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Concentraciones bancarias

Joaquín Estefanía

En una economía tan internacionalizada como la del fin del milenio, los interesados deben estar vigilantes sobre cualquier tendencia emergente -aunque suceda en algún país remoto- para que el contagio no les afecte más que de modo positivo. El efecto tequila ha sido uno de los últimos ejemplos de esta capacidad de los movimientos instantáneos de la economía de un país para expandir sus problemas por todo el mundo.Durante el verano se han consolidado en el sector financiero mundial dos vectores que operan en direcciones opuestas. El primero (localizado en sitios tan dispares como Japón, México o Rusia) es el del crecimiento de la morosidad. La multiplicación de los impagados, propia de recesiones, pone en cuestión la solvencia de los bancos, es decir, su espina dorsal: la confianza que ofrecen a los clientes. El segundo vector contempla la aparición de una nueva etapa de concentraciones (que no sólo protagoniza el sector financiero, sino también la industria de la comunicación, la farmacéutica o la química) y ha tenido su epicentro en Estados Unidos, con las fusiones del Chase Manhattan Bank y del Chemical -esta misma semana- o del First Fidelity y First Union, y First Chicago con NBD Bancorp.

En México se viven coletazos lógicos de la gigantesca crisis de finales del pasado año; un acuerdo entre el Gobierno y los bancos mexicanos permitirá que al menos seis millones de ciudadanos tengan que pagar intereses inferiores en las deudas bancarias y así hacerles frente. En Rusia, por motivos bien diferentes, a los inmensos problemas políticos se acumulan los financieros; a finales de agosto, una docena de bancos no pudo efectuar sus pagos y entraron en una crisis de liquidez que deriva rápidamente hacia la insolvencia.

Pero lo más aparatoso ha ocurrido en un Japón que casi siempre es ejemplo de todo lo contrario: varias cooperativas bancarias aumentaron exponencialmente los morosos y la crisis se contagió a los grandes bancos del país, que son a la vez los principales bancos del mundo. El Gobierno nipón, sin fundamentalismos liberales, ha anunciado un plan de saneamiento urgente. Según los analistas, los bancos japoneses sufren las consecuencias de una especulación desmesurada durante la llamada burbuja económica de finales de los años ochenta, en la que los créditos para operaciones inmobiliarias se concedieron con demasiada prodigalidad y sin garantías hipotecarias suficientes. Una vez más aparece un fenómeno recurrente de especulación financiera, como ya ha habido muchos similares en la historia reciente, sin que analizar los rasgos comunes de los mismos tenga valor práctico para evitarlos.

Respecto a las concentraciones bancarias, las motivaciones son más o menos comunes en todo el mundo. Hay una reducción de los márgenes financieros y los beneficios no crecen como en otras épocas, pesé a las reducciones permanentes de los costes y la persecución implacable a los que no devuelven los créditos. La panacea de los banqueros suele ser la de ampliar la cuota de mercado fusionándose o adquiriendo otras entidades menores.

¿Qué tendencia será la dominante en España? La morosidad, que llegó a ser creciente hace dos ejercicios, disminuye y se ha instalado en porcentajes habituales. El tamtam de las fusiones suena otra vez; algunas cajas de ahorro han iniciado la compra de bancos medianos, hay una lucha (cada vez más explícita) por la hegemonía de la banca privada acompañada de extremas debilidades de otras entidades, y en el horizonte político más inmediato habrá de despejarse la incógnita del futuro de la banca pública, concentrada en Argentaria. En este sentido estamos más cerca de Estados Unidos que de Japón.

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