Una faena de torero
Rebosaba la plaza de público, que tras la lidia del segundo toro aún iba en busca de su localidad. La gente estaba dispuesta a ver un espectáculo entretenido y lo consiguió. Primero porque logró ver toreo bueno durante la lidia del tercer toro, y también porque había en el cartel tres toreros jóvenes con tirón en las revistas y otros mentideros. Rivera Ordóñez cortó un rabo a su primer toro. A remolque de las orejas facilonas cortadas hasta entonces. Una faena de torero.Fue una lidia completa a su buen tercer toro, que como toda la corrida recibió un puyazo. Los tres tercios transcurrierón medidos y fundamentados. De saludo Rivera Ordóñez toreó muy bien a pies Juntos y, en su turno de quite, volvió a jugar con galanura y temple los brazos, en unas verónicas bonitas y toreras.
Puerto / Litri, Ubrique, Rivera
Toros de Puerto de San Lorenzo, los tres primeros chicos, el resto mejor presentados, nobles, salvo el sexto, que desarrolló sentido; 1º y 2º mochos, 4º y sexto sospechosos de pitones.Litri: oreja; dos orejas. Jesulín de Ubrique: dos orejas protestadas; división. Rivera Ordóñez: dos orejas y rabo; silencio. Los tres toreros salieron a hombros. Plaza de Alcalá de Henares, 1 de septiembre. 3ª de feria. Lleno.
La faena de muleta comenzó con unos preciosos ayudados por bajo, y después en los medios fueron dos tandas de redondos y una de naturales, y quedó todo explicado. A continuación recogió al toro en el terció con nuevo toreo por bajo a dos manos, templado y pulcro, y empuñó la espada, para irse tras el acero sin remilgos.
En su segundo Rivera se limitó a lidiarlo. El toro desarrolló sentido y sólo pudo torear de capa a su sabor y conocimiento y muletearlo a la defensiva.
Litri estuvo vulgar y reiterativo en sus dos toros. Muchos pases y poco temple. La estocada a su primero estuvo bien, y, en fin, recurrió a los rodillazos inclementes para arrancar dos orejas a su rajado segundo burel.
Jesulín realizó una faena monótona a su primero, en la que sólo se puede cotitar una discreta serie de derechazos, más otra de naturales, y un espadazo decisivo que le valieron dos orejas protestadas. Y realizó una interminable templada faena fuera de cacho a su segundo, en el que le dieron dos avisos, el primero de ellos antes de entrar a matar.
Estaba Jesulín serio y un tanto aburrido. Intentó el toreo de parón al final y no pudo ser. Y se lió a pinchar. Lástima para su estadística personal, no pudo sumar más orejas peludas.
Los tres toreros salieron por la puerta grande de Alcalá de Henares. Pero torear, vaya, templar, mandar, y cargar la suerte, con reposo y pisando firme la arena, eso sólo lo hizo Rivera Ordóñez.
Babelia
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