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COLMENAR VIEJO

Pepín o el doble maestro

Un doble maestro circula por los cosos patrios explicando el milagro del toreo puro, aunque sólo a veces, que tampoco hay que pasarse, sobre todo si su cantidad de contratos es tan magra. Se llama Pepín Jiménez y también es maestro de escuela, ejerciente en su tierra murciana con unos díscolos alumnos que le toman el pelo cuando le ruedan mal las cuestiones táuricas. Sin embargo, Pepín, Don Pepín para esos alumnos, también es Don Pepín en la fiesta cuando labra en oro de altos quilates sus naturales. Un milagro a conservar per in saécula-saeculorum en estos tiempos de achatarrada bisutería.Como aconteció ayer en Colmenar con el cuarto bicorne, un codicioso morlaco que se comía los engaños y entraba al trapo como el más arrepentido pecador. Tanto que hasta mediada la faena, el doble maestro semejaba un aprendiz, y malo, navegando procelosa y cautelosamente. Pero después vino la sinfonía de naturales: de perfil, a pies juntos,cargando la suerte y de frente, casi na. Y una serie fina de inspiradísimos adornos con los que llevó al toro desde el platillo a tablas para despenarle.

Cardenilla / Jiménez, Cepeda, Caballero

Cinco toros de La Cardenilla (uno rechazado en reconocimiento), bien presentados, de juego desigual y flojos; 3º, inválido.6ª de El Chaparral, con trapío, manso y peligroso. Pepín Jiménez: media desprendida trasera y seis descabellos (silencio); pinchazo y estocada desprendida (oreja). Fernando Cepeda: media perpendicular baja (pitos); media baja, dos descabellos -aviso- y cinco descabellos (silencio). Manuel Caballero: 3º, apuntillado (silencio); pinchazo, estocada tendida y dos descabellos (silencio).Plaza de Colmenar Viejo, 26 de agosto. 1ª de feria. Media entrada

Sabia afición torista

El resto del festejo fue, para olvidar, mayormente su primera parte, en la que parecía que en lugar de modestos, actuaban figuras, ausentes de la feria porqué no se anuncian divisas comerciales, como proclama orgullosa la sabia y torista afición colmenareña. Y es que los bureles, eso sí, decorosos de pitones para lo qué se estila hoy -y ahí puede haber otra explicación de la ausencia de las figuritas-, se acamaban como es habitual cuando en la cartelería están los mandamases del escalafón.Y los coletudos les hacían cucamonas, preventivas en él caso de Cepeda, ayer con exceso de jindama. El tercero iba más allá de la flojera: se trataba de un inválido que hocicó la arena a mitad de la labor de Caballero con la flámula. Había sido protestado, pero los colmenareños no contaban con que Joselito Cálderón subió de asesor al palco, lo que es un seguro de que no se echa para atrás ni un toro. Tras el álgido brillo del doble maestro, Cepeda repitió fracaso con el quinto, que quería pelea; pero no su matador, tedioso y vulgar. Y Caballero se, estrelló con el facineroso sexto, pésimamente lidiado por su cuadrilla.

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