_
_
_
_
FERIA DE BILBAO

Los músicos sudaban y sudaban...

Con los músicos no hubo piedad: les hicieron trabajar de firme. Se pasaron tocando las dos horas largas que duró la comoda, y a alguno le iba a dar algo a la altura del quinto toro, cuando Ponce se propuso demostrar al orbe su ilimitada capacidad para pegar derechazos, la banda entera sudaba y sudaba... Ni se sabe cuántas vueltas tuvo que dar al pasodoble para no dejar sin música aquel arrebato laboral, que duró más de un cuarto de hora.El público de la famosa, mundial y mítica feria de Bilbao lo que quiere es aplaudir y que toque la música. Toros íntegros, toreros que toreen, picadores que piquen, banderilleros que banderilleen, le son indiferentes. Y así ocurrió en esta falsa corrida: que no sacaron toros íntegros, ni nadie toreaba (salvo Rivera Ordóñez), ni se picó como Dios manda, ni pudo verse un par de banderillas reunido, asomándose al balcón el rehiletero, luego saliendo limpiamente de la suerte, andandito y marchoso.

Pilar / Manzanares, Ponce, Rivera

Toros de El Pilar, bien presentados, inválidos, aborregados; 2º, bravo; 3º devuelto. Sobrero de José Luis Pereda, escurrido, inválido total.Manzanares: media, rueda de peones y tres descabellos (,vuelta); pinchazo y estocada corta atravesada.(bronca). Enrique Ponce: dos pinchazos y bajonazo descarado (silencio); primer aviso con dos minutos de retraso-, dos pinchazos, mediaestocada caída, rueda de peones-segundo aviso con retraso y dos descabellos (vuelta). Rivera Ordóñez: estocada corta trasera, (ovación y salida al tercio);, bajonazo y rueda de peones (oreja). Plaza de Vista Alegre, 26 de agosto. 8ª corrida de feria. Lleno.

En sustitución de todo esto, hubo remedos, sucedáneos, caricaturas, y el público de la famosa, mundial y mítica feria de Bilbao lo acogió con ovaciones estruendosas. El público de Bilbao se pasa la tarde aplaudiendo. Y es lógico, para eso va a los toros: para aplaudir las verónicas que no se dan; los puyazos carniceros que si se pegan; los banderillazos da igual donde caigan; los derechazos, las gurripinas, las carreras, los desarmes, los pases de pecho, los pinchazos, y si hay bajonazo, entonces ya es el delirio.

No sólo aplaude. En cuestión de música es inflexible. Apenas esboza su primer muletazo el matador, ya está pidiendo música. Lo hace a ritmo, con palmas de tango -¡mú-si-ca!- y si el presidente no da de primeras la orden de tocar, se pone furioso.

El presidente se resistía al empezar la feria porque la banda soplando mientras el torero pega trapazos es una situación rídicula. Pero era una causa perdida. Y ya manda música en cuanto alguien la reclama, y la banda -una de las mejores de España por cierto- se pone a tocar. De manera que la corrida transcurrió bajo un fondo de pasodobles, con la única excepción de la cuarta faena, que consistió en un aliño y no hubo tiempo ni de pedirlos.

A lo mejor fue la frustración musical lo que impelió al público a armarle a Manzanares una bronca terrible. En realidad el toro no tenía embestida y el diestro se lo quitó de en medio. El anterior de su lote, sin embargo, sí la tenía aborregada por cierto- y le instrumentó derechazos -con mandona templanza, aunque sin ligarlos, según es costumbre.

Se lleva correr en vez de ligar; una variación surrealista del arte de torear en la que Enrique Ponce es maestro consumado. No pudo con la bravura de su primer toro y le dio muchos pases azarosos correteando por ahí al compás de la música. También al quinto, si bien en esta faena, corregida y aumentada, agotó la producción seriada de los derechazos. Instrumentados con el pico todos ellos, destemplados en su mayoría, cuando el que hacía doscientos consiguió cuajarlo con largura, y otro más, y uno por alto rodilla en tierra, la plaza se hizo un clamor, mientras los músicos sudaban la gota gorda. Desde que empezó la faena hasta que terminó habría dado tiempo de ir a San Sebastián y volver. Si se añade lo que tardó en matar, a tomarse un cafelito por el camino.

Y ocurrió después lo inesperado: compareció Rivera Ordóñez e hizo el toreo. Su toro anterior se aplomó y sólo pudo estar valiente. Pero en el sexto dibujó verónicas al clásico estilo; se echó inmediatamente la muleta a la izquierda; enjaretó los naturales cargando la suerte y los ligó sin necesidad de echar a correr; incluyó dos circulares de espaldas; ciñó redondos. Y resultó que para explayar esa faena meritísima, seria, de torero auténtico, únicamente había necesitado, en cuanto al espacio, una párcelita chica del redondel; en cuanto al tiempo, cuatro minutos de reloj.. "Sí señor, ese es el toreo", exclamó un aficionado, exultante de emoción. Y quiso intercambiar parabienes con los músicos, que asentían, agradecidos, por la brevedad de la faena.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_