La estricta vigilancia del artista del 'manga'
¿Qué fue primero, el tebeo o la película? Los empresarios japoneses del manga ofrecen primero al público sus historias en forma de tebeos, y si funcionan, la adaptación cinematográfica llega de forma lógica. En Europa, la situación es, en general, absolutamente opuesta. Aquí se han editado los comics de Bola de dragón, por ejemplo, después de que niños y adolescentes se hubieran enganchado durante meses a la serie televisiva (posterior, en su país de origen, al manga del mismo nombre). Los editores españoles saben que venderán más tebeos si la audiencia es previamente adicta al producto televisivo. Y no falta quien afirma que, cuando los japoneses dejen de interesar a los jóvenes, la industria del manga en Europa se desinflará como un globo pinchado. En eso confían, por otra parte, miles de aficionados al comic que están hasta las mismísimas narices de una invasión japonesa que consideran, conceptual y estéticamente, de una puerilidad lamentable.De momento, sin embargo, las cosas van viento en popa en Japón. La industria del tebeo es un imperio que se mueve con reglas muy claras. Como en cualquier otra área laboral, la empresa es quien decide. La figura del artista es vigilada estrictamente. A muchos dibujantes apenas se les permite hablar, pues para eso ya está su agente o su director. Se fomenta un estilo uniforme para evitar estrellatos que no convienen a la empresa. Uno de los pocos dibujantes que intentó explicar historias diferentes, el pobre Tatsumi, malvive en Tokio regentando una librería y nadie le da trabajo como historietista. Pero todo esto... ¿a quién le importa? El coloso tebeístico nipón funciona y da dinero. Y las películas de estética manga, salvo excepciones, también. Basta con una ligera trama futurista, aderezada con un poco de sexo y mucha violencia, para que los jóvenes se lancen al videoclub.
En España es Manga Vídeo quien se lleva el gato al agua en cuestiones de animación nipona. Fue Akira, la fantasía inspirada en un futuro y caótico Neo Tokio de Katsuhiro Otomo, la que abrió un camino que luego han seguido piezas como Dominion: tank police, El puño de la estrella del norte, o las que emite Canal + esta noche, Roujín Z y Applesseed. El único pinchazo ha sido Porco Rosso, de Hayao Miyazaki. ¿Motivos? Aparentemente, la blancura del producto, la ausencia de sexo y violencia, la existencia de un extraño hálito romántico que no encontró buena acogida entre los lectores de mangas.
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