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GUERRA EN LOS BALCANES

Izetbegovic dice que prefiere 15 años de guerra antes que entregar Gorazde a los serbios

Juan Carlos Sanz

No hay trato. El presidente de Bosnia-Herzegovina, Alia Izetbegovic, rechaza cualquier propuesta de negociaciones que conlleve la entrega del enclave oriental de Gorazde, que agrupa a unos 65.000 bosnios musulmanes. "No entregaremos Gorazde (a los serbobosnios) aunque tengamos que luchar durante los próximos 15 años", le dijo por teléfono al vicepresidente norteamericano, Al Gore, cuya Administración apadrina la última iniciativa de paz. En ésta se incluye al parecer un posible trueque de Gorazde por los alrededores de Sarajevo.

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En declaraciones a la televisión oficial bosnia, Izetbegovic aseguró que tenía garantías de Gore para que "cualquiera que sea la iniciativa [estadounidense], tendrá que estar basada en la soberanía e integridad de Bosnia-Herzegovina dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas". Mientras tanto, el VII Cuerpo de la Armija (Ejército gubernamental bosnio) proseguía ayer su ofensiva contra las posiciones serbias en Donji Vakuf, en Bosnia central, donde la infantería ya ha entrado en acción tras el terrible duelo de artillería -más de 5.000 detonaciones- del pasado fin de semana.Las tropas de Sarajevo siguen la estela del Ejército croata e in tentan acabar con el mito de la invencibilidad de los serbios, ahora divididos entre sí y privados del vital apoyo de Belgrado mientras afrontan por primera vez la llegada de decenas de miles de refugiados. Y en un país de orografía imposible, el control de las carreteras equivale a la victoria. Por esta razón dirigen sus unidades de élite contra el nudo de caminos de Donji Vakuf hacia el corazón de Bosnia a través de Turbe, con la intención de controlar una vía de comunicación practicable incluso durante el duro invierno balcánico.

Los observadores de las Naciones Unidas hablan ya de una "gran ofensiva" de la Armija y comienzan a dar crédito a los partes de guerra del VII Cuerpo, que el domingo afirmaban que sus avanzadillas habían roto las líneas serbobosnias en la montaña de Komar por el sur y el noreste, mientras la artillería del Consejo de Defensa Croata (HVO) machaca el flanco oeste.

El eco de las ráfagas de armas ligeras y ametralladoras que llegaba ayer hasta los cascos azules emplazados en la zona, después de haberse amainado la tormenta de explosiones de artillería del sábado y el domingo, parece confirmar que en Donji Vakuf se lucha por el control de las posiciones mas estratégicas.

Mientras tanto, los croatas sufren en varios frentes las acometidas de los serbobosnios. En Grahovo, la plataforma desde donde la que Croacia se lanzó a la conquista del sur de la Krajina las fuerzas de Radovan Karadzic lanzan desde el domingo un importante contraataque.

Dubrovnik, en los refugios

En la costa de Dubrovnik, la artillería serbobosnia sigue obligando a la población civil a permanecer en los refugios. Un gran incendio forestal proyecta una densa humareda sobre el sur de Dubrovnik, donde el suministro de agua y electricidad se mantiene interrumpido.

Las fuerzas croatas replican en este punto a la agresión y acusan también a la vecina Montenegro, federada con Serbia, de participar en el bombardeo.

También en el noreste de Croacia cayó a primeras horas de la mañana de ayer, entre las 6. 10 y las 8. 10, una lluvia de proyectiles, granadas de mortero y cohetes. Precisamente ayer, los embajadores de España, Francia e Italia en Zagreb, como integrantes de la actual troika de la Unión Europea, expresaron ayer a los responsables del Ministerio de Exteriores de Croacia la preocupación de los Quince ante una eventual escalada bélica en Eslavonia oriental. El Gobierno de Belgrado, por su parte, ha acusado a Croacia de buscar una provocación militar al concentrar tropas en la zona.

Gran Croacia, pequeña Bosnia

Entre las infantiles trazas de fronteras dibujadas en la tarjeta del menú de un banquete de gala en Londres y los mapas pactados entre serbios y croatas poco antes de la desintegración de la antigua Yugoslavia median cuatro años y un amplio baile de territorios. Pero en el reparto siempre llevan la peor parte los mismos: los bosnios musulmanes. La emergente Gran Croacia, a falta sólo de recuperar un 5% de su territorio histórico en Eslavonia oriental, sólo puede concebirse sobre la hegemonía étnica en una amplia franja del suroeste de Bosnia-Herzegovina y a costa de reducir a sus actuales aliados musulmanes a un pequeño Estado federado en torno a Sarajevo.

El futuro mapa de Bosnia que el presidente croata, Franjo Tudjman, planteó a su compañero de mesa, el líder socialdemócrata británico Paddy Ashdown -en el que se colocan en la órbita de Zagreb el noroeste bosnio, incluida Banja Luka (200.000 habitantes) y Sarajevo, a cambio de renunciar a Tuzla y Gorazde (zonas protegidas por la ONU)- contrasta con los planes de hace cuatro años.

En un informe publicado en el semanario de Zagreb Globus, se recuerda que entonces Tudjman se mostraba dispuesto a entenderse con el presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, a quien consideraba "inteligente y cumplidor de su palabra". A principios de esta década, Tudjman ya tenía en mente la idea de la partición de Bosnia: una ese que bordeaba Sarajevo desde el río Sava, frontera natural croato-bosnia, y las inmediaciones de la costa adriática en Dubrovnik.

Las pretensiones croatas preveían un mapa de mínimos, con Sarajevo, Zenica, Tuzla y Banja Luka en manos serbias, y otro de máximos, en el que la capital bosnia y Gorazde quedarían fuera del control serbobosnio. En este juego de delineantes, el mapa que esbozó Tudjman en Londres representa una gran ganancia de territorio para Zagreb, pero pone de manifiesto su renuncia a la reintegración de Eslavonia oriental. Este sería el precio que Tudjman, debería pagar a cambio de una Gran Croacia.

Destacados colaboradores del presidente croata han mantenido, aunque de forma reservada, la vigencia de la partición de Bosnia, atribuyéndole "un futuro incierto como Estado" y preparando el camino para "una eventual pequeña Bosnia".

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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