Conmoción en Berriz
La noticia del fallecimiento de las cuatro religiosas españolas sembró de consternación la casa central de las Madres Mercedarias Misioneras de Bérriz. Una llamada telefónica desde México anunció poco después de las nueve de la mañana de ayer, la muerte de las cuatro misioneras en el accidente de aviación. Arantza Urresti, la madre provincial, fue la encargada de comunicar las muertes a las familias. Fue complicado porque "estaban dispersas por el veraneo".Begoña Bernaola, natural de Bilbao, era la religiosa con más experiencia en Centroamérica de las cuatro fallecidas. María Luisa Martínez de Lejarza, también de Bilbao, era enfermera y desarrollaba su trabajo tanto en hospitales como en centros de asistencia. Rosario Martínez Manso era de La Rioja y Nati Sainz, de Navarra. Las religiosas de Bérriz recuerdan la labor desarrollada por Rosario Martínez en el campo de la educación. "Era profesora, y había llegado a ser directora de una escuela pública en Nicaragua, que atendía principalmente a marginados", dijeron.
Los familiares de María Luisa Martínez de Lejarza mostraron a Arantza Urresti su intención de viajar a El Salvador para hacerse cargo del cuerpo.
Las cuatro religiosas residían en la actualidad en la misión de El Viejo, una localidad nicaragüense situada a unos 70 kilómetros de Managua. Leticia Rentería, una religiosa mexicana que convivió con las monjas fallecidas en la misión de la capital de su país, fue testigo del aprecio ganado por sus compañeras en Centroamérica. "Eran muy queridas en su misión. Tanto las autoridades como la Iglesia de Nicaragua apreciaban su labor".
Atención a los más pobres
Las monjas españolas dirigían su trabajo especialmente hacia la educación y la salud, pero también desarrollaban tareas de construcción de cooperativas de viviendas para los colectivos más pobres. "Atendían a díscapacitados de la guerra de Nicaragua, a mujeres con problemas y a niños subnormales, sin olvidar su tarea de evangelización, sobre todo entre los campesinos", indica Leticia Rentería, una mujer de 66 años, de tez oscura y pelo negro, vestida con una falda tejana a media pierna, que no revelaba su pertenencia a una orden religiosa. "El trabajo las obligaba a estar todo el día viajando por el campo".La congregación de las Mercedarias Misioneras de Bérriz -fundada en la década de los años treinta por una religiosa bilbaína- cuenta con unas 500 monjas repartidas por sus misiones. En el convento de Bérriz residen unas 70 religiosas, la mayor parte de avanzada edad. En Centroamérica la orden tiene comunidades abiertas en México, Nicaragua y Guatemala.
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