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NUEVA TRAGEDIA POR EL TEMPORAL

Una fuerte tormenta causa diez muertos y arrasa las localidades alcarreñas de Yebra y Almoguera

Al menos diez personas murieron el miércoles en el infierno de agua y barro en que se convirtió la localidad de Yebra (Guadalajara), cercana a la central nuclear de Zorita. La fuerte tormenta que descargó sobre el pueblo a las ocho y media de la tarde sorprendió a la mayoría de las víctimas a la salida de un funeral. Entre los fallecidos está también el director de la central de Zorita, Juan Vicente Llinares, cuyo cuerpo fue hallado a ocho kilómetros del coche en el que viajaba con su esposa, que también murió. En la vecina Almoguera, las aguas alcanzaron dos metros de altura en algunas casas, pero no hubo víctimas.

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El desbordamiento de los arroyos bajo ambos pueblos provocó el desastre

La riada de agua y barro partió Yebra en dos y arrastró todo a su paso. La tromba derribó muros, volcó los coches aparcados en las calles y entró por las puertas y ventanas de las casas. En la pequeña localidad de 700 habitantes, que en verano llega a acoger a unos 3.200, se celebraban los funerales por la muerte de una vecina. Los parientes de la difunta habían llegado desde Madrid y Guadalajara en un autobús ese mismo día.Cuando el reloj marcaba las ocho y media de la tarde empezó a llover y un apagón dejó el pueblo a, oscuras. Las honras fúnebres continuaron, y el entierro terminó en mitad de la tormenta. Cuando un grupo de familiares volvían del camposanto el temporal arreció, y tuvieron que refugiarse en los bajos de un viejo almacén situado en la calle principal de Yebra.

El agua se acumulaba ya en la parte alta del pueblo. La presión terminó por romper un muro y liberó un torrente de más de dos metros de altura que rompió la puerta del viejo almacén. Los refugiados en el local intentaron escapar, pero siete de ellos fueron arrastrados por el agua y el lodo. Algunos de los cadáveres fueron encontrados hasta a dos kilómetros del almacén y con parte de las ropas arrancadas por la fuerza del agua.

Los primeros efectivos de Protección Civil llegaron a Yebra alrededor de las doce de la noche. Cuando empezaban las tareas de desescombro la lluvia se reanudó con fuerza y tuvieron que suspenderse hasta horas después. Poco a poco, entre la ansiedad y el desconcierto de los vecinos, se fueron hallando los cadáveres.

Las siete personas que perdieron la vida en el almacén de Yebra son: Ascensión de la Torre Cámara, 88 años; Josefa Barco Jiménez (74); Matilde Cañizares Fondo (50); Juan Gallego Barco, (72); Cipriana Sánchez Domínguez (73; María Jesús Gallego Sánchez (48) y María del Carmen Blanco Domínguez (29).

Los otros tres fallecidos son el director de la central nuclear de Zorita, Juan Vicente Llinares Climent, de 47 años, y su esposa María Julia Megido Mayor, de 45, cuyo coche fue arrastrado por la riada; y el camionero Jesús García Iniesta, de 55 años, que falleció al volcar el camión que conducía en la vecina carretera de Albares.

Los cadáveres fueron trasladados a unas instalaciones deportivas situadas sobre una loma a medida que los equipos de rescate lograban sacarlos del fango. Allí, el titular del juzgado de instrucción número 2 de Guadalajara, Casiano Rojas, procedió a su identificación. A media mañana, la forense de Guadalajara Sonsóles Jiménez efectuó las autopsias.

El funeral por las diez víctimas será celebrado hoy en la iglesia de Yebra por el obispo de Guadalajara, y contará con la presencia del presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, que ha interrumpido sus vacaciones.

La lluvia arrasó también la vecina población de Almoguera, que ya sufrió graves daños por otra inundación similar el 25 de julio de 1987. Almoguera quedó devastada por un alud de agua y barro, pero sus habitantes tuvieron tiempo de buscar refugio y no se registraron daños personales.

Alerta

Los servicios de Protección Civil de Guadalajara ya habían sido alertados del riesgo de tormentas fuertes en la zona, pero ni el propio gobernador civil, Ramón Fernández Espinosa, que se encontraba de vacaciones en la cercana localidad de Sayatón, se imaginaba que tendría tan fatales consecuencias. Fue alertado a las cuatro de la madrugada de ayer de que las comunicaciones, tanto terrestres como telefónicas, con Yebra y Almoguera estaban cortadas, y que se tenía ya constancia de que había al menos tres muertos.Con certeza, nadie sabe el volumen de agua que descargó sobre ambas poblaciones. Los testigos afirman que comenzó a llover con fuerza a partir de las ocho y media de la noche para decaer por breve tiempo y reanudarse con furia hasta avanzada la madrugada. La potencia del diluvio queda reflejada en el cauce del río Tajo que circula por las proximidades. Según datos de la Confederación Hidrográfica, el nivel se elevó cuatro metros en poco tiempo y pasó de un caudal de 16 metros cúbicos por segundo hasta los 130. Pocas horas después se estabilizó en los 55 metros cúbicos por segundo.

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