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Los 'Proms' cumplen cien años

Abbado, Boulez y Harnnoncourt, en el más popular de los festivales clásicos

Las temporadas de música clásica en las grandes ciudades duermen una enorme siesta durante los meses de verano. Los aficionados se refugian en los festivales o revisan sus colecciones discográficas. Hay excepciones, claro, desde la imaginativa serie de conciertos al aire libre en el Hollywood Bowl de Los Ángeles, hasta los adorables Proms de Londres, una manifestación artística de referencia que hoy cumple exactamente 100 años. Con tal motivo, todas las obras que se van a interpretar en el Royal Albert Hall de Londres, tienen su origen en el largo programa de aquel ya lejano 10 de agosto de 1895: la Incompleta de Schubert; un concierto para piano de Mendelssohn; las oberturas de Rienzi, Mignon y Pagliacci; una suite de Carmen; o el Largo al factotum de El barbero de Sevilla.La sesión del centenario (la número 101) se extiende hasta el 16 de septiembre, y consta de 70 conciertos. La programación es rica, variada e imaginativa, incluyendo el ciclo completo de las sinfonías de Mahler; óperas semiescenificadas o en versión de concierto como El caso Makropoulos, de Janacek y las muy inglesas King Arthur y Dido y Eneas, de Purcell; matinales para niños con pic-nic posterior en Hyde Park incluido; sesiones de jazz; grandes orquestas y nombres estelares de la dirección como Abbado, Harnoncourt, Boulez, Nagano, Sawallisch, Rattle, Chailly, Haitink o Salonen; compositores de nuestros días como Harrison Birtwistle, Luciano Berio, Tan Dun, Judith Weir, Hans Werner Henze o Thea Musgrave; y, en fin, la incomparable última noche con el tradicional y festivo fin de fiesta culminado por la marcha Pompa y circunstancia de Elgar; la fantasía sobre canciones marinas británicas de Henry Wood; Rule, Britannia de Arne y Jerusalem, de Parry-Elgar. Casi nada.

Ni dificultades financieras, ni dos guerras mundiales, ni los bombardeos que acabaron en 1941 con la sede original, el Queen's Hall, ni los diferentes cambios de orientación, han mermado un solo año la fuerza de los Proms, el festival de música clásica más popular y quizá más importante -al menos como modelo- del mundo.

La audiencia estimada por retransmisiones de radio y televisión ronda los 100 millones de personas, y el índice de ocupación directa del gigantesco Royal Albert Hall (6.500 plazas) ha sobrepasado durante la última década el 80%. Los problemas acústicos -que hicieron excalamar a un compositor inglés a mediados de este siglo que era el único lugar, donde debido a los ecos y reberberaciones, sus obras "parecía que se escuchaban dos veces"- han sido en gran parte solucionados con la instalación de paneles acústicos desde la década de los sesenta. Los precios se mantienen accesibles, e incluso muy baratos en espacios de paseo, tanto en la arena (patio de butacas levantado) como en la galería del último piso. Un abono para los 70 conciertos costaba este año 120 libras en la arena y 70 en galería, mientras localidades sueltas ascienden a tres y dos libras, respectivamente. Ello explica el gran porcentaje de gente joven. entre los prommers.Henry Wood fue el alma de los Proms desde 1895 hasta su muerte en 1944. A partir de 1927, la BBC se interesó por estos conciertos, y de ese año datan las primeras transmisiones y su vinculación a la organización. La primera orquesta extranjera que intervino en los Proms fue la de la Radio de Moscú, dirigida por Rozhdestvensky, en 1966. A partir de entonces han visitado el Royal Albert Hall desde las mejores agrupaciones europeas como las Filarmónicas de Berlín y Viena o la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam, hasta las big five americanas, es decir, Nueva York, Boston, Chicago, Cleveland y Filadelfia.

De la década de los sesenta también procede la tradición de programar óperas semiescenificadas (la primera fue Don Juan de Mozar, por la compañía de Glyndebourne) y la consolidación de encargos de nuevas obras a varios compositores. En los setenta, los esfuerzos se dirigieron principalmente a ampliar el tipo de repertorio, desde músicas antiguas o bandas de jazz hasta la inclusión de músicas no europeas, como las de India, Indonesia, Tailandia, Corea y Japón.

Los Proms continúan manteniendo intacta en la actualidad toda su vitalidad. Los datos hablan por sí solos. Son un ejemplo de coherencia, equilibrio, ventanas abiertas, carácter lúdico-divulgativo y enfoque espontáneo de la música clásica.

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