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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El toreo hecho baile

Ballet Flamenco de Antonio Canales

Baile: Antonio Canales (el Torero), Florencio Campos (el Toro) y conjunto. Con Viejín, Ramón Jiménez, Jesús Jiméñez y David Jiménez (guitarras); Bernardo Parrilla (violín); Ramón Porrina (cajón); Montse Cortés, Mari Carmona e Indio Gitano (cante). Patio Central del Conde Duque, 29 de julio.

Antonio Canales trajo a los Veranos de la Villa madrileños su Torero, esa original coreografía que está teniendo una carrera triunfal -cerca de 200 representaciones hasta el momento-, y que pensamos tiene aún cuerda para rato, aunque ya esté dispuesto otro estreno de la compañía para la próxima temporada.

Torero, con una hora aproximada de duración, es un bello relato bailado en torno a la llamada fiesta nacional. No es la primera vez que el flamenco y los toros unen sus estéticas sobre el escenario de baile, y muchos, profesionales y teóricos -Vicente Escudero entre ellos- han defendido con convicción afinidades y coincidencias en ambas manifestaciones artísticas.

Canales, Ferruccio, el Viejín y sus colaboradores en la creación de Torero han realizado un trabajo muy serio en esta coreografía, contenida en los límites del sentimiento profundo, sin excesos ni concesiones a Í que, tan propicio podría ser el tema.

Por el Contrario, en todo momento es evidente que les interesa en primer término transmitir a la audiencia la tragedia íntima de estos personajes emblemáticos, el torero y el toro, en su eterna pelea a muerte, trascendiendo la simple expresión formal del rito. El propio Canales se muestra contenido en su baile, sin exhibir sus habituales extraversión y brillantez. El Toro cuenta con un espléndido intérprete en el bailaor Florencio Campos, quien entiende muy bien, y lo transmite admirablemente, la nobleza en la lucha del animal herido, pero no humillado.

Flanienco libre

Extraordinaria la música flamenca, cuya autoría es en gran parte del Viejín; su guitarra y las de sus compañeros sonaron jondas e intensas en el recinto, así como los otros instrumentos musicales y el cante de Mari Carmona y Montse Cortés; ésta, a quien oíamos por primera vez, con una voz y un eco cantaor de enorme belleza.

La segunda parte se dedicó al flamenco libre o convencial, hecho también de una forma bastante convencional. El cante por soleá de Indio Gitano fue un excelente complemento al baile de Canales, y los demás les secundaron con corrección aunque no llegaran a provocar grandes entusiasmos. Pero el solo de guitarra de David Jiménez fue extraordinario.

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