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Reportaje:

Refresco de clorofila

Acebos, tejos y abedules sobreviven en uno de los parajes más húmedos de todo el Guadarrama

Columnas de humo se alzan sobre la pradera cuando el Sol fulge en el cenit. A la sombra de árboles totémicos, los jefes de las tribus extinguen las brasas sobre las que acaba de consumarse la hecatombe. Los ancianos fuman o sestean, que viene a ser lo mismo porque el aire es candente y atufa a carne quemada. Y entretanto, los niños, ajenos a toda ceremonia, corretean detrás del hechicero que, encaramado a un carromato de nieve, pregona a los cuatro vientos: "¡Al rico bombonheladooo!"Barbacoas portátiles, heladeros con gran aparato de magafonia y mas automóviles que en el aparcamiento de un Pryca... El puerto de Canencia no siempre ha ofrecido esta es tampa. Hace 10.000 años, por ejemplo, dos domingueros lo hubieran tenido crudo. Los efectos de la última glaciación aun se hacían sentir, y los únicos que se atrevían a desafiar los rigores de estas montañas eran los tejos, los acebos y los abedules.

Provenientes del gélido septentrión, estas especies vegetales medraron a sus anchas mientras las condiciones climáticas les fueron favorables, y ahora que no lo son -ni para ellas, ni para nadie-, andan muy al cabo y es menester pasearse por el campo con cien ojos para dar con algún ejemplar de las mismas. La umbría de Canencia, fría como la nariz de un lapón, es uno de sus últimos refugios en la sierra de, Madrid. Y precisamente por eso, porque es fría y es refugio, caminar -a su amparo en pleno verano constituye un señor plan que ni los chuleteros de la pradera sospechan, ni ganas que tienen.

A lo más que llegan estas tribus sedentarias es a inspeccionar, con enormes fatigas, el trecho de pista forestal que va del puerto (junto a la fuente) a la casa de El Hornillo. Pero ninguno de sus miembros, que se sepa, ha osado rodear la empalízada que cerca este centro de naturaleza, propiedad. de la Agencia del Medio Ambiente, y mucho menos adentrarse en el bosque por el sendero que nace a dos pasos de su parte trasera.

La senda ecológica, que así se conoce, desciende en zigzag por la ladera septentrional del monte, limitando por el oeste con el arroyo de Setil, y por el norte y el este, con la carretera de Miraflores a Canencia. Redondeles amarillos pintados sobre los troncos jalonan las trochas de modo que no hay pérdida posible: el caminante puede internarse en la espesura sin cuidado, dejando atrás especies tan familiares como el pino silvestre o el roble, y prestando toda su atención a aquellas otras que poblaron el Guadarrama en la noche de los tiempos.

El primer hallazgo será el abedul, el árbol de la sabiduría. según los antiguos, quienes no sólo valoran la calidad de su madera para elaborar papel, sino el innegable estímulo que sus ramas ejercían sobre los estudiantes gandules al ser fustigados con ellas. Usos menos culturales ha tenido el tejo, cuyas hojas contienen veneno, y madera, elástica como pocas.

Pero el superviviente estelar de la senda etológica es, sin duda, el acebo. Primera especie vegetal protegida de la Comunidad (año 1983), este árbol ha corrido históricamente la misma suerte que sus compañeros de quinta. Relicto de épocas más frías, ha sucumbido a los calores de hogaño. Dicen que las ventanas del palacio Real lucen sus vetas. Y para Más inri, las ramas de hojas lustrosas, carnosas y borde semiespinoso, exornadas con frutos rojos, son el adorno navideño apetecido por los urbanitas, esa tribu de jefes sentados que acampa al pie de la montaña.

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Aire acondicionado

Dónde. El alto de Canencia dista 5,8 kilómetros de la capital y es accesible. por la autovía de Colmena r (G607), tomando los desvíos hacia Soto del Real y Miraflores de la Sierra, desde donde sube la carretera hacia el puerto. En el kilómetro 7,900 arranca a mano izquierda la pista forestal que conduce hasta el Centro de Naturaleza El Hornillo y la senda ecológica. Cuándo. El paseo discurre por uno de los parajes más fríos. y húmedos de la sierra, por lo que resulta agradabilísimo en verano. Recorrer la senda no supone más de dos horas de marcha. Quién. Domingo Pliego, autor de la guía 100 excursiones por la sierra de Madrid (Ediciones La Librería; dos tomos), describe con minuciosidad el itinerario.Cuánto. El primer tomo de la guía, que es el que interesa, cuesta 1.400 pesetas. EI segundo, 1.200. Para obtener más información sobre este y otros textos de senderismo, dirigirse a La Librería, sita en la calle de Santiago, 12; teléfono 541 71 70.Y qué más. En época de incendios ha brá que extremar las precauciones y más cuando se pasea entre árboles que han logrado sobrevivir miles de años.

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