Los aliados se comprometen a defender Gorazde
La propuesta de EE UU de respaldar a la ONU con ataques aéreos despierta un aguado entusiasmo en Londres
Quince de los 16 países presentes en la conferencia especial sobre la crisis bosnia celebrada en Londres acordaron ayer con escasa convicción utilizar los bombardeos aéreos contra los serbios bosnios. La amenaza de nuevos bombardeos fue la única medida disuasoria que articularon los aliados para impedir que la zona de seguridad de Gorazde siga el mismo camino que Srebrenica, tomada el pasado martes por las tropas serbobosnias, a punto de consumar también la conquista de Zepa. Sólo Rusia se opuso al uso de la fuerza aérea, aguando un, poco más un acuerdo que fue acogido con cierta decepción por los, partidarios de utilizar la mano dura contra los serbios de Bosnia y su política de limpieza étnica, que devuelve a Europa alos tiempos de la pesadilla nazi.
La amenaza de ataques aéreos fue formulada por el ministro de Exteriores británico, Malcolm Rifkind, quién se limitó a leer el farragoso texto del acuerdo final adoptado por la conferencia, plagado de condenas contra los serbios bosnios. Rifkind hizo hincapié en que el deseo de la Naciones Unidas es seguir siendo una fuerza pacificadora en Bosnia, reacia a involucrarse en una guerra abierta, pero decidida a usar la fuerza para hacerse respetar.La impresión de unanimidad que trasparentaban las palabras de Rifkind, que compareció en el Queen's Elizabeth Centre escoltado por el titular de Defensa británico, Michael Portillo, contrastó con la afirmación del ministro alemán de Exteriores, Klaus Kinkel de que el acuerdo internacional carecía del refrendo de Moscú. El propio ministro de Exteriores ruso, Andrei Kórizev, confirmaría más tarde, ante las cámaras de la BBC, que su país es contrario a los bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Aviones españoles
Tampoco el ministro español de Asuntos Exteriores, Javier Solana, presente en la cumbre de ayer, ya que España preside este semestre la Unión Europea, hizo mención a la falta de apoyo ruso a la iniciativa occidental. Solana recalcó en cualquier caso que las fuerzas aéreas españolas podrían intervenir en dichos bombardeos, como ya lo han hecho en una ocasión anterior.
La propuesta norteamericana triunfó sin especial entusiasmo, ni énfasis, tras una errática jornada llena de incertidumbre en la que afloraron todas las tensiones políticas que han minado hasta ahora una respuesta conjunta y decidida de las Naciones Unidas para detener la ofensiva serbia en Bosnia. Franceses y británicos acercaron finalmente posturas, y la delegación francesa logró un absoluto consenso en torno a su iniciativa de abrir un corredor de seguridad que dé acceso a Sarajevo a los convoyes humanitarios. Para ello será utilizada la recientemente creada Fuerza de Reacción Rápida. Desde Yamusukro, en Costa de Marfil, donde se encuentra de visita oficial, el presidente francés, Jacques Chirac, celebró el resultado de la conferencia "porque ha quedado claramente establecido que la población civil será defendida".
Con todo, las ocho horas de debate en Lancaster House -seguidas por un nuevo encuentro de los representantes del Grupo de Contacto (EE UU, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania)- quedaron resumidas en tres folios de enérgica condena y una imprecisa amenaza que difícilmente, según consideran los expertos, puede atemorizar a los serbios, curtidos en innumerables amenazas incumplidas por la comunidad internacional.
Mientras que el primer ministro bosnio, Haris Silajdzic, no ocultó su decepción al señalar anoche que el acuerdo de. Londres supone, la '"luz verde" a los radicales serbios, el ministro de Asuntos Exteriores de Sarajevo, Mohamed Sacirbey, aseguró ayer que el aireado encuentro de Londres "no ha conseguido nada nuevo" y "ha ignorado Srebrenica, Zepa y Bihac".
Rifkind, con claro temor a apartarse del texto consensuado por al menos 15 delegaciones, se limitó a precisar que el "paquete de acciones aéreas" sería puesto en práctica por las fuerzas de la Alianza Atlántica. No obstante, a lo largo de su intervención dejó claro el deseo de todos los países con tropas en suelo de la antigua Yugoslavia de permanecer en ella, a "menos que se decida el levantamiento del embargo de armas" que pesa sobre Bosnia en estos momentos. "Para todos nosotros está claro que la caída de Gorazde significaría el. final de la presencia de las fuerzas de la. ONU en Bosnia", dijo el jefe de la diplomacia británica.
El tono moderado de Rifkind contrastó sensiblemente con las enérgicas palabras del secretario de Estado norteamericano, Warren Cristopher, quien ofreció después otra conferencia de prensa. Cristopher, partidario en todo momento de que la reunión enviara un claro ultimátun a los serbios bosnios, indicó, sin dejar margen de duda, que las acciones aéreas de la OTAN serían especialmente contundentes, al contrario que en anteriores ocasiones. Portavoces norteamericanos se encargaron también de subrayar que el acuerdo de Londres ha arrancado de manos de Yasushi Akashi, representante de la ONU sobre el terreno, la posibilidad de vetar los ataques aéreos.
Pero ninguna de las múltiples ruedas de prensa mantenidas por los responsables de las delegaciones presentes en la cumbre de Londres consiguió borrar la sensación de desconcierto que planeó sobre el tan esperado encuentro internacional convocado por el primer ministro británico, John Major, hace una semana. En todo momento quedó claro que el deseo político de adoptar una resolución firme para superar la actual crisis bosnia había chocado ayer con el realismo de los jefes militares.
También apareció meridianamente claro el liderazgo de los Estados Unidos, único país sin tropas sobre el terreno de la antigua Yugoslavia, en la toma final de decisiones. Desde el principio, la propuesta norteamericana de defender el enclave de Gorazde mediante el uso de bombardeos aéreos sobre posiciones serbias recibió el apoyo general, aunque con reticencias por parte de la delegación rusa. Sin embargo, las diferencias dentro del campo estadounidense afloraron ayer. Los republicanos, que dieron al presidente Bill Clinton un plazo para aplicar severas medidas contra los serbios antes de votar el levantamiento de armas al Gobierno de Sarajevo, mostraron ayer su decepción ante el resultado de la conferencia londinense. Los ministros de Asuntos Exteriores de la Conferencia de Países Islámicos, por su parte, declararon ayer en Ginebra que por lo que a ellos, respeta el embargo de armas decretado por el Consejo de Seguridad ha dejado de tener "validez".Ruta a Sarajevo
La otra medida en cartera, la apertura de un corredor de seguridad que permita el acceso de los convoyes humanitarios a Sarajevo fue aceptada sin problemas. El Reino Unido se comprometió para ello a aportar un nuevo batallón al contingente de la Fuerza de Reacción Rápida. Sin embargo, con el temor creciente de Occidente a verse involucrado en una guerra de desarrollo imprevisible, la redacción del comunicado final se convirtió en una pesadilla para las 19 delegaciones (16 países con tropas en Bosnia, más representantes de la ONU, la Unión Europea y la OTAN) que tomaron asiento en torno a la inmensa mesa rectangular, en uno de los salones de Lancaster House.
Sobre los más de cincuenta participantes en las conversaciones pesaba la exigencia internacional de adoptar una acción militar decidida: contra los serbobosnios. Una decisión ineludible para las potencias occidentales, tras la serie de humillaciones sufridas, especialmente tras la caída de Srebrenica y la inminente toma de Zepa.
Aún así, de acuerdo con el tradicional, protocolo de las grandes conferencias internacionales, en Lancaster House se hablé también de medidas políticas, sin las cuales, se dijo, no se alcanzará la paz en Bosnia, y de medidas humanitarias para paliar en lo posible el sufrimiento de la población civil atrapada en el conflicto. La decisión final, escondida entre las críticas a las violaciones de los derechos humanos perpetradas por los serbobosnios y la denuncia de h limpieza étnica, careció, sin embargo, de la energía esperada.
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